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Pero esta confianza
Queda desvanecida,
Para aquellos que tienen
Déseos necios, locas fantasías.
En un estado semejante al mio,
Los Dioses de escucharnos no se dignan,
Aun es mayor delirio que el deséo,
La esperanza que el lógro facilita.
De este gran desvarío avergonzado,
Ni á contemplar me atrevo quién me hechiza.
Si quiero levantar los tristes ojos
Á este objeto fatal, siento á su vista
Una nueva inquietud, un nuevo espanto,
Y una opresion que el respirar me priva.

Irónicamente.

¡Anímate, infelíz! mira tu obra,
¡Tu atencion toda en esa estatua fixa!

Repara que aníma la estatua.

¡Dioses, qué veo! ¡ó ver se me figura!
¡El color propio de las carnes mismas!
¡Moverse el cuerpo, y en sus ojos fuego!
¡Esto solo faltaba á mis desdichas!

Cree que el movimiento de la estatua es efecto de su imaginacion enardecida.

¡Infelíz Pigmalion! ¿qué te sucede?
¡Al extremo llegó tu fantasía!
Te dexa la razon, como el ingenio,