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el vicio. Ellos propendieron á que asi sucediese, buscando en lugar del juego, útiles pasatiempos, que atraían á todos, llevando la instruccion á los que antes gozaban con la ociosidad.

Por muerto lloraban ya á Eduardo, cuando inesperadameete recibieron la noticia que mas grata fuera á sus corazones.

Eduardo en Alemania, había adquirido una fortuna, y en breve debía regresar á su pueblo natal. Lágrimas de la mayor ternura, inundaban los ojos de padre é hijo, y sentían estallarse su pecho, de puro gozo, pues se acercaba el momento de presentarse á Eduardo, ostentando en su frente la honradez, y siendo por todos apreciados.

Describir la alegría y el contento que esperimentaron el dia de su llegada, es imposible, sollozos, gritos de amor, lágrimas de arrepentimiento, todo se mezclaba, con el relato que Eduardo hacia de su vida.

— ¿A qué decir el estado en que yo salí de aquí? Llegué á Alemania, en busca de trabajo, y pronto me deparó la suerte en encontrarlo con una familia, que había de hacer mi felicidad. Escribiente primeramente, y mas tarde tenedor