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matar el hambre. Duerme sobre una silla en un cuarto de juego, ó pide por caridad un asiento en un café, donde pasar la noche.

Errante, y fugitivo, escóndese de dia en algun lupanar inmundo, para no caer en manos de la justicia, y por la noche sale como el murciélago, en busca de pan con que arrastrar la vida miserable.

Dos años han pasado, nada sabe el padre de él, ni procura intentarlo.

¡¡Quién conocerá á Don Agapito!! No es posible ..... no es él .... mentira .....

Decrépito y encorvado, harapiento y descuidado, insita á todos al juego. Próximo está su fin, él lo conoce, pues siente fenómenos estraños que atribuye á la vejez y son causa de los remordimientos de su conciencia. Un vicio mas ha venido á coronar el cuadro de ignominia, la embriaguez, él se embriaga, para hacer mas cortos los momentos de tortura que le persiguen; se embriaga como supremo recurso de su estado miserable.

Todos le desprecian, todos huyen de él como asqueroso reptil y por todas partes encuentra la repulsion y horror que su vista produce.

Nada pudo conseguir Eduardo exhaustos sus