con calor el de otro: nadie defiende tercamente el suyo: se disputa para ilustrarse: se debe prevenir toda disputa: de este modo cada uno se instruye, cada uno se divierte, y todos quedan contentos; y el sabio mismo puede sacar de estas conversaciones objetos dignos de ser meditados en silencio.
La verdadera urbanidad consiste en mostrar benevolencia á los hombres: el interes sencillo de la humanidad, el simple y espresivo desahogo de una alma franca tienen un lenguage muy diferente de las falsas demostraciones de la cortesía, y de los engañosos rodeos que exige el trato del mundo. Es bien de temer que aquel que, desde la primera vez que nos vé, nos trata como un amigo de veinte años, nos trate al cabo de veinte años como un desconocido si se nos ofrece exigir de él algun servicio importante. Cuando vemos á tantos hombres disipados tomar un interes tierno por muchas gentes, puede fácilmente presumirse que no le toman por nadie.
En general la urbanidad de los hombres es mas oficiosa, la de las mugeres mas agasajadora. Entro, por ejemplo, en una casa abierta en la que los dos amos de ella hacen