en el cual el espectador impone una gravedad de que nadie se atreveria á salir? ¿Se puede imaginar un medio mas honesto de no engañar á nadie, á lo menos en cuanto á la figura, y demostrarnos, con los atractivos ó defectos que podemos tener, á las gentes interesadas en conocernos bien ántes de obligarse á amarnos? El deber de amarse recíprocamente ¿no excede al de agradarse, y no es un cuidado digno de dos personas virtuosas y cristianas que tratan de unirse, el de preparar asi sus corazones al amor mutuo que Dios les impone?
¿Que sucede en aquellos parages en donde reina una eterna violencia, en donde los jóvenes de ambos sexos jamas se atreven á juntarse en público, y en donde la severidad de un Pastor[1] no sabe predicar en nombre de Dios mas que un trabajo ó una compresion servil, la tristeza y el fastidio? Pero una tiranía insoportable, tal como esta, que la naturaleza y la razon desaprueban, se elude: á los placeres de que se priva á una
- ↑ No es estraño que Rousseau se esprese asi, puesto que profesaba la religion protestante. (Nota del traductor.)