toca, pienso lo contrario; esto es, que siempre que hay reunion de los dos sexos, toda diversion pública se hace inocente, por lo mismo que es pública, en vez de que la ocupacion mas laudable es sospechosa á solas. El hombre y la muger estan destinados el uno para el otro; el fin de la naturaleza es que se reunan por el matrimonio. Toda religion falsa combate la naturaleza: la nuestra sola, que la sigue y la rectifica, anuncia una institucion divina y conveniente al hombre. Ella no debe, pues, añadir en el matrimonio, á los embarazos del órden civil, dificultades que el evangelio no prescribe, y que son contrarias al espíritu del cristianismo. Pero que se me diga de buena fé, ¿en donde los jóvenes que se hallan ya en disposicion de casarse tendrán mejor ocasion de inclinarse el uno al otro, y de verse con mas decencia y circunspeccion, que en una reunion en que la vista del público, fija incesantemente sobre ellos, les fuerza á observarse con mayor cuidado? ¿Acaso puede Dios ofenderse por un ejercicio agradable y saludable, conveniente á la vivacidad de la juventud, que consiste en presentarse los jóvenes uno á otro con gracia y recato, y
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