de palabras tomadas por casualidad y escritas sin consecuencia, en las cuales no encuentra el lector ningun sentido, porque el autor no ha puesto ninguno en ellas. El compas depende tambien de la lengua, y singularmente del atributo llamado Prosodia: esto es evidente, porque es preciso que el compas siga las combinaciones de los breves y los largos que se hallan siempre en una lengua. Mas supongamos una nacion cuya lengua no tuviese mas que una mala prosodia, es decir, una prosodia poco botada, sin exactitud y sin precision; que los largos y los breves no tuviesen entre sí, en duraciones y en números, unas relaciones sencillas y propias para hacer la rima agradable, exacta y regular; que tuviese unos largos que lo fuesen mas ó menos unos que otros; unos breves que igualmente lo fuesen mas ó menos; unas sílabas ni breves ni largas, y en fin que las diferencias de unas y otras fuesen indeterminadas y casi inconmensurables: es claro que la música nacional, hallandose precisada á recibir en su compas las irregularidades de la prosodia, solo tendría una suerte vaga, desigual y muy poco sensible; que el recitativo sobre todo se resentiría de esta irre-
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