La paciencia es amarga, pero es dulce su fruto.
Es menester una alma sana para sentir los encantos del retiro.
Una alma sana puede hacer gustosas las ocupaciones comunes, como la salud del cuerpo hace gustosos los mas simples alimentos.
El entendimiento se estrecha á medida que el alma se corrompe.
Cualquiera que se avergüenza es ya culpable: la verdadera inocencia no se avergüenza de nada.
Todo lo que pertenece al hombre se resiente de su caducidad; todo es finito, todo pasagero en la vida humana, y aun cuando durase siempre el estado que nos hace felices, el hábito de gozar de él nos quitaría el gusto. Si fuera no muda nada, muda el corazon: la felicidad nos deja, ó la dejamos.
La injusticia y el fraude hallan muchas veces protectores, pero jamas tienen al público de su parte: en esto es donde la voz del pueblo es la voz del cielo.