sados ó de mucha mas edad que la suya; jamas aceptará puesto superior á ellos, á menos que no sea por obediencia, y volverá á tomar el suyo inferior tan pronto como pueda; porque sabe que los derechos de la edad son ántes que los del sexo, como que tienen á su favor la presuncion de la sabiduria que debe ser honrada ante todo.
Otra cosa es con los jóvenes de su edad: necesita de diferente tono para imponerles respeto, y sabe tomarlo sin dejar el aire modesto que la conviene. Si son por sí misinos modestos y recatados, conservará de buena voluntad con ellos la amable familiaridad de la juventud: sus conversaciones llenas de inocencia serán chistosas, pero decentes; si se hacen serias, quiere que sean útiles; si degeneran en requiebros, bien pronto las hará cesar; porque desprecia sobre todo la mezquina algarabía del galanteo como muy ofensiva á su sexo. Sabe bien que el hombre que ella busca no la gasta, y jamas sufre con gusto de otro lo que no conviene á aquel cuyo carácter tiene impreso en el fondo de su corazon. La alta opinion que tiene de los derechos de su sexo, la nobleza de alma que le da la pureza de sus