La mujer amada está más dispuesta a dejarse convencer que á mostrarse convencida. Este es uno de los mil casos en que las mujeres dejan por mentirosas á sus conciencias. — Acto 3.°, esc. 2.ª
El amor no es más que desvarío, y positivamente es tan acreedor á una celda oscura y á unos azotes como cualquier otro loco. No se castiga y cura de esa suerte, porque es tan comun, que hasta padecen de él los azotadores. — Acto 3.°, escena 2.ª
La verdadera poesía es la que finge más, y los amantes son dados á ella: todo lo que juran en verso, puede decirse que lo fingen como amantes. — Acto 3.°, esc. 2.ª
La protesta de un amante no hace más fuerza que la palabra de un tabernero; ambas son confirmaciones de cuentas equivocadas. — Acto 3.°, escena 4.ª
Más quisiera mantener á un bufon que me alegrara, que adquirir experiencia para estar triste. — Acto 4.°, esc. 1.ª
La mujer que no sepa convertir cualquier desliz suyo en culpa de su marido, no debe criar á su propio hijo; le criará tonto. — Acto 4.°, esc. 1.ª
La opulenta honestidad vive, á ejemplo del avaro, en una casa pobre; como la perla en fea ostra. — Acto 5.°, esc, 4.ª