cristalinas, la belleza dejaria de reproducirse, sin dejar ni áun su recuerdo. — Son. 4.
Los favoritos de los grandes principes solo despliegan sus bellas hojas como las caléndulas, en presencia del sol: su orgullo permanece concentrado en su pecho; pues una torva mirada hunde su privanza. — Son. 25.
El experto adalid, renombrado por su valor, vencido una vez despues de mil victorias, no torna á figurar en el libro de las conquistas, y todos sus precedentes lauros se dan al olvido. — Son. 25.
La natividad, ya en el mar de la luz, vá en ascenso hasta la madurez; mas llegada á su apogeo, tortuosos eclipses hacen guerra á su brillo, y el tiempo, auxiliar de su explendor, lo destruye entonces. — Son. 60.
Los ojos comprenden bien lo que adora el alma y le preparan la copa á su entera satisfaccion. — Son. 114.
No es amor el amor que ante un cambio varia ó paga con un desvío otro desvío. — Son. 116.
El amor es un fanal permanente que contempla las borrascas sin extremecerse nunca; es la estrella fija de toda barca sin rumbo, astro cuya elevacion: se mide, mas cuya fiel entidad es un misterio. — Son. 116.