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A DIÓSCORO PUEBLA.


A

, mi querido artista; al noble pintor de El Descubrimiento de América; á mi bondadoso cicerone en Roma; á mi paciente compañero de viaje en Nápoles y Pompeya; al más asiduo y taciturno tertuliano de mi casa; á tí, digo, van dedicadas, al volver á salir á luz, estas Narraciones inverosímiles, fantásticas unas, románticas otras, y humorísticas las demás; escritas casi todas en mi niñez ó en mi primera juventud; pertenecientes varias de ellas á una moda 6 gusto literario hoy abolido, pero que entonces hacía relamerse á los admiradores de Alfonso Karr, y sólo una (El Amigo de la Muerte) digna de que más experimentado y sabio escritor hubiese desenvuelto el profundo y generoso pensamiento que, al decir de respetables críticos, le sirve de tema,