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Oye pues, niña, hija mía; no es un buen lugar la tierra, no se alegra uno, no es feliz porque, se dice que nada más hay alegría con fatiga, con penas en la tierra; así decían los viejos.

Para que no siempre anduviéramos llorando, para que no muriéramos de pena los masehuales, nos dio nuestro señor la risa el sueño, el trato carnal para la reproducción, que embriaga toda la vida en la tierra, de modo que nadie ande de llorando.

Pues aun cuando así sean, aún cuando así estén las cosas en la tierra ¿acaso ha de oír lo uno y espantarse y vivir llorando? Se vive en la tierra, se es jefe, señor, noble, águila, tigre. Hay quienes no más están diciendo que así son las cosas en la tierra, quienes no más buscan morirse. Pero se actúa, se vive, se construyen, se trabaja, se busca uno mujer, se casa él, se casa ella, se madura.

Pues ahora, mi niña, oye bien, mira con calma, aquí está tú madre, tu señora, de cuyo seno y entrañas te despegaste, te desprendiste, como una palomita, como una yerbita te alzaste, echaste hojas, floreciste, como si hubieras estado dormida y despertaras.

Mira, oye, entiende, así son las cosas en la tierra. No vivas de cualquier modo, no vayas por donde sea. ¿Cómo vivirás, por dónde has de ir? Se dice, niña mía, palomita, chiquita, que la tierra es en verdad un lugar difícil,espantosamete difícil...

Vive en paz en la tierra, entre la gente, pues eres una mujercita; he aquí el trabajo que debes hacer: sé devota de noche y día, suspirando muchas veces por el que es Noche y Viento porque, suplícale mucho, llámalo a voces, abre tus brazos ante él en tu alcoba, al acostarte.

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