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Toltequidad. Don Juan le dice a Castaneda que el final del camino, para los guerreros toltecas, es cuando logran ser capaces de romper la barrera de la percepción sin alguna ayuda, desde un estado normal de conciencia.

Romper la barrera de la percepción es lograr que Ðel comando del ÁguilaÑ sea nuestro propio comando, para con ello mover el punto de encaje y poder usar emanaciones del Águila que nunca, como seres humanos comunes, logramos usar. Mover el punto de encaje y mantenerlo en otro punto nos permite "escapar" de este mundo, pero logrando mantener la conciencia de uno mismo; y, a pesar de que el fuego interno lo consuma, el guerrero retendrá la sensación de ser él mismo.

Los guerreros toltecas, a través de la Toltequidad, buscan —como todas las milenarias culturas de origen autónomo— la trascendencia en la eternidad.

"No debe haber ningún error respecto a lo que vas a hacer. Hoy, desde la ventajosa

posición de la conciencia acrecentada vas a hacer que se mueva tu punto de encaje y en un instante vas a alinear las emanaciones de otro mundo.

"Dentro de unos días, cuando Genaro y yo nos reunamos contigo en la cima de una montaña, vas a hacer lo mismo desde la desventajosa posición de la conciencia normal. En sólo un instante, tendrás que alinear las emanaciones de otro mundo; si no lo haces morirás la muerte de un hombre común que se cae de un precipicio.

Se refería a un acto que me haría llevar a cabo como la última de sus enseñanzas para el lado derecho: el acto de saltar de la cima de una montaña a un abismo.

Don Juan declaró que los guerreros terminaban su entrenamiento cuando eran capaces de romper la barrera de la percepción, sin ayuda, partiendo de un estado normal de la conciencia...

—El alineamiento es la única fuerza que puede cancelar temporalmente al alineamiento — prosiguió—. Tendrás que cancelar el alineamiento que te mantiene percibiendo el mundo cotidiano. Si

usas el intento e intentas una nueva posición para tu punto de encaje, y luego intentas que se fije allí durante suficiente tiempo, alinearás otro mundo y escaparás de éste…” C.C.

EPILOGO

Ante la inevitable realidad de la muerte, los antiguos videntes se plantearon la alternativa de morir en mundos desconocidos. Los antiguos videntes, por su espíritu aventurero, eligieron la segunda opción; sin embargo, tan sólo lograron cambiar el lugar de su muerte.

Los nuevos videntes toltecas analizaron los errores de sus antecesores que se entregaron a su importancia personal, al control de sus semejantes y, sobre todo, a la obsesión de alinear otros mundos, y decidieron reagrupar los conocimientos de los antiguos videntes, implementando las artes del acecho, del intento y del ensueño, a través de una estricta disciplina que los condujo a una impecabilidad en la vida cotidiana.

Los nuevos videntes en vez de huir a otros mundos —como los antiguos videntes cuando logran romper la barrera de la percepción—, se consumen en la fuerza del alineamiento: el fuego interno, la conciencia total, la libertad total. Esta libertad es "El don del Águila" al ser humano. Todo lo que concierne a la Toltequidad es cuestión de energía y por eso dice Don Juan que debemos ser avaros y cuidadosos con nuestra energía.

La propuesta de la Toltequidad está expuesta ante los ojos del lector. Una sabiduría que se mantuvo en total hermetismo por siglos enteros, se abre clara y diáfanamente a nuestra incrédula razón colonizada. Igual que las filosofías de las civilizaciones antiguas con origen autónomo, los anahuacas buscaron la trascendencia

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