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EL MOLDE DEL HOMBRE

El molde del hombre es el racimo de emanaciones en la gran banda de la vida orgánica que llena el interior de su capullo. Es, por decirlo de alguna forma, el patrón de energía que delinea los rasgos de las cualidades que puede tener un ser humano. Dice Don Juan que, a fin de cuentas, los seres humanos somos una carga energética y que lo que nos determina es el punto de encaje, donde se alinean las emanaciones en grande con las emanaciones interiores.

Lo que ayuda a mover el punto de encaje es "el levantón de la Tierra y la fuerza rodante", y para obtenerlos el guerrero se apoya en tres viejas técnicas toltecas que son el acecho, el intento y el ensueño.

Don Juan le recomienda a Castaneda que cuando la impaciencia, la desesperación, el enojo o la tristeza se crucen en su camino, gire los ojos en el sentido de las manecillas del reloj; este movimiento hace moverse o detenerse, levemente, el punto de encaje.

Manejar la técnica del intento lleva muchos años de esfuerzo y práctica. La maestría del intento no es más que el comando del Águila cuando éste se convierte en el comando del guerrero.

"El molde del hombre es un enorme racimo de emanaciones en la gran banda de la vida orgánica —dijo—. Se le llama el molde del hombre porque ese es el racimo que llena el interior del capullo del hombre..." C.C.

EL VIAJE DEL CUERPO DEL ENSUEÑO

El cuerpo del ensueño y la barrera de la percepción son producto del “punto de encaje”; estos conocimientos, dice Don Juan, son tan importantes para los videntes toltecas como para el hombre occidental lo es poder leer y escribir, y todos son logros que cuestan muchos años de estudio y práctica.

Cuando el guerrero se percibe como energía puede experimentar una dualidad perceptual en un mismo momento. Don Juan se la pasa mostrándole a Castaneda que no tiene fin el misterio de ser, ni el del ser humano, ni el del inconmensurable misterio del mundo. La racionalidad es una condición del alineamiento de las emanaciones en grande con las emanaciones interiores que se fijan en un punto del capullo y se le llama "punto de encaje".

Si el punto de encaje se mueve, cambia el mundo; este mundo y lo que de él podamos atestiguar no son espejismos, son "realidades concretas"; el espejismo, en todo caso, es el movimiento del punto de encaje.

Los antiguos toltecas, según Don Juan, a partir del cuerpo del ensueño partían en grupos a lo desconocido. Permítasenos citar dos textos que podrían dar una respuesta al misterio de los toltecas: el primero pertenece a Ignacio Bernal[1]:

"Por otro lado, si Teotihuacán se hubiera mantenido cuando menos 800 años como ciudad predominante, sin ningún poderío militar, esta Pax Augusta sería un caso de tal
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  1. Notas preliminares sobre el Posible Imperio Teotihuacano. Estudios de Cultura Náhuatl, México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1965
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