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—Los guerreros combaten la importancia personal como cuestión de estrategia, no como cuestión de fe —repuso—. Tu error es entender lo que digo en términos de moralidad...

—La impecabilidad no es otra cosa que el uso adecuado de la energía —dijo—. Todo lo que yo te digo no tiene un ápice de moralidad. He ahorrado energía y eso me hace impecable...

—Los guerreros hacen inventarios estratégicos —dijo—. Hacen listas de sus actividades y sus intereses.

Luego deciden cuáles de ellos pueden cambiarse para, de ese modo, dar un descanso a su gasto de energía...

La acción de recanalizar esa energía es la impecabilidad...

...los atributos de ser guerrero son: control, disciplina, refrenamiento, la habilidad de escoger el momento oportuno y el intento. Estos cinco elementos pertenecen al mundo privado del guerrero que lucha por perder su importancia personal. El sexto elemento, que es quizás el más importante de todos, pertenece al mundo exterior y se llama el pinche tirano...

—Un pinche tirano es un torturador —contestó—. Alguien que tiene el poder de acabar con los guerreros, o alguien que simplemente les hace la vida imposible... Agregó que la categoría de los pinches tiranitos había sido dividida en cuatro más. Una estaba compuesta por aquellos que atormentan con brutalidad y violencia. Otra, por aquellos que lo hacen creando insoportable aprensión. Otra, por aquellos que oprimen con tristeza. Y la última, por esos que atormentan haciendo enfurecer... De hecho, lo que convierte a los seres humanos en pinches tiranos es precisamente el obsesivo manejo de lo conocido...

—¿Cómo mide usted la derrota?

—Cualquiera que se une al pinche tirano queda derrotado. El enojarse y actuar sin control o disciplina, el no tener refrenamiento es estar derrotado.

—¿Qué pasa cuando los guerreros son derrotados?

—O bien se reagrupan y vuelven a la pelea con más tino, o dejan el camino del guerrero y se alinean de por vida a las filas de los pinches tiranos…” C.C.

LAS EMANACIONES DEL ÁGUILA

La relación del Sol, (como fuerza creadora) con las aves, es común en algunas culturas de origen autónomo, no sólo en Anáhuac; el águila, el cóndor, el halcón, son representación del Sol. Los aztecas se asumieron como el pueblo del Sol, pueblo bárbaro que fue la última inmigración del norte que llegó en estado salvaje al Valle de Anáhuac para fundar Tenochtitlán hacia el año 1325 d.C. El mundo cultural de los habitantes del Anáhuac se encontraba en decadencia a partir de los vestigios culturales de los toltecas, que habían desaparecido aproximadamente en el año 850 d.C.; los aztecas y, fundamentalmente, Tlacaelel,[1] "re—funcionalización" el pensamiento tolteca, que era eminentemente espiritual, para crear una ideología místico-guerrera que ponderaba a la materia sobre el espíritu (Pensamiento y religión en el México antiguo, pág.—25)—

“Los aztecas figuran entre las tribus de cazadores. Llegan al altiplano después de penosas peregrinaciones en las cuales algunos episodios, al mismo tiempo que aclaran su condición arcaica, señalan con fuerza el carácter ya específicamente guerrero de los futuros fundadores de Tenochtitlán... los aztecas no conocían más que las leyes arcaicas de la brujería hasta que tomaron contacto con las creaciones religiosas del Altiplano, creencias que ellos adoptaron inmediatamente a su mentalidad rudimentaria...

Llegados tardíamente al Valle de México (los aztecas), de inmediato se ponen a luchar por la tierra y la supremacía política con las tribus que, por haber adoptado ya costumbres más civilizadas se dejan sorprender por la brutalidad de los recién venidos...” Séjourné
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  1. El Cihuacoátl mexica que hizo las reformas a la antigua tradición tolteca de carácter espiritual. Tlacaélel cambió el sentido místico espiritual tolteca por el sentido materialista-guerrero que llevó a los sacrificios humanos.
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