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equilibrio. Razón por la cual, la escuela de altos estudios del Anáhuac era llamada por los toltecas, Calmécac, que en lengua náhuatl significa, “La casa de la medida”.

El mundo del tonal es todo cuanto tenemos y no se puede evadir. Ahí se encuentra el campo de batalla. A esa lucha por “pulir el espíritu” los toltecas le llamaron metafóricamente, “La Batalla Florida” y las armas eran “flor y canto”, entendidos como belleza y sabiduría.

—"Una regla básica para un guerrero —repuso— es hacer sus decisiones con tanto cuidado que nada de lo que pueda ocurrir como resultado de ellas sea capaz de sorprenderlo, mucho menos de menguar su poder. Ser un guerrero significa ser humilde y alerta...

—Digamos que una regla básica para ti debe ser que, cuando vengas a verme, vengas preparado a morir —dijo él—. Si vienes dispuesto a morir, no habrá caídas, ni sorpresas desagradables, ni acciones innecesarias. Todo caerá suavemente en su sitio, porque tú no estás esperando nada...

Un guerrero jamás deja la isla del tonal. La utiliza.

Señaló en torno con un rápido ademán, y luego tocó mi cuaderno.

—Éste es tu mundo. No puedes renunciar a él. Es inútil enojarse y desilusionarse con uno mismo. Eso simple y llanamente prueba que el tonal de uno está envuelto en una batalla interna; una batalla dentro del propio tonal es una de las luchas más imbéciles que pueden ocurrir. La vida ajustada de un guerrero está diseñada para acabar con esa lucha. Desde el principio te he enseñado a evitar la fatiga y el desgaste. Ahora ya no hay la guerra esa que había dentro de ti, porque el camino del guerrero es armonía: la armonía entre las acciones y las decisiones, al principio, y luego la armonía entre tonal y nagual…” C.C.

LA HORA DEL NAGUAL

La obsesión de los seres humanos consiste en ajustar al mundo con las reglas del tonal. El tonal es la base de lo que somos como hombres en este mundo de ideas y objetos "sólidos". El tonal, a través de lo que se llama el "primer anillo de poder", urde “el mundo” con la razón. El tonal debiera ser un "guardia" que protegiera esa parte indispensable de nosotros; sin embargo, el guardia se convierte en un "guardián" celoso y exagerado de su tarea que bloquea a la otra parte complementaria de nosotros: el nagual.

El tonal gasta toda la energía que poseemos en "la isla del tonal", ahí vamos acumulando muchas vanidades y objetos innecesarios. El esfuerzo por sostener las "ideas" de cómo es el mundo, de cómo somos y cómo debieran ser los demás, más el sostenimiento de nuestra compulsivo necesidad de "tener", agota toda la energía de que disponemos. Para "atestiguar" al nagual se necesita tener disponible suficiente energía, y esta energía se obtiene al "limpiar nuestra isla del tonal".

El mundo del nagual y el tonal conforman el ámbito humano; que al primero no lo palpemos y reconozcamos no quiere decir que no exista. Hay muchas religiones antiguas en el mundo que nos hablan, con otras palabras y otros signos, del mundo del nagual y esto se debe a que es un conocimiento milenario y universal de la humanidad. Conocimiento que en los últimos 500 años ha sido negado por el mundo occidental debido a su limitado y prepotente pensamiento seudo—racional cientificista.

El tonal y el nagual son un par de opuestos complementarios y esta forma de entender el mundo tiene profundas raíces en la civilización del Anáhuac y en casi todas las antiguas civilizaciones. Lo racional y lo irracional son dos facetas que integran la totalidad del ser humano; ninguna es más o menos importante que la otra; por el contrario, son complementarias. Por esto, tal vez, el hombre moderno, producto de la cultura occidental, tiene un leve sentimiento de insatisfacción que se origina en el hecho de no estar completo.

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