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INTRODUCCION

Cada una de las culturas con origen autónomo (Egipto, Mesopotamia, China, India, Mesoamérica, Cultura Andina) han contado con hombres de conocimiento que forjaron la infraestructura filosófica básica, sobre la cual se ha desarrollado una multiplicidad de valores, símbolos, sentimientos y actividades que le dan personalidad y rostro propio.

En la profundidad del tiempo, miles de años atrás, surgió, en lo que hoy es México, una sorprendente cultura madre, cuya pluralidad en tiempo y espacio ha conservado su matriz filosófica. Desde tiempos olmecas, pasando por tiempos toltecas y llegando al período previo a la Conquista, con los mexicas, existió un hilo conductor que fue hilvanando cada proceso, cada "nueva faceta cultural" de la misma matriz, cuya vigencia alcanza, oculta, la época actual.

Podemos apreciar esta matriz cultural en los vestigios arqueológicos y en la iconografía de los olmecas, y cómo se mantiene a través del tiempo, del espacio y de las culturas que les siguieron. Cada una de ellas retoma la matriz y la enriquece; por eso, el México antiguo se presenta ante nosotros como un mosaico pluricultural, cuya esencia o matriz es la misma. Esta matriz, elemento fundamental que dio continuidad al proceso cultural en el Anáhuac,[1], se desarrolló a través de miles de años en los que, poco a poco, fue perfeccionándose hasta llegar a su esplendor en el Clásico Superior.

Esta profunda esencia cultural no ha sido reconocida por occidente: en los tiempos de la conquista, porque los españoles no podían validar el desarrollo cultural avanzado de un pueblo al que brutalmente arrasaron, y en la actualidad, porque la supremacía occidental es avasalladora en los terrenos de la filosofía, la ciencia y la cultura. Los vestigios de la grandeza cultural del México antiguo casi sucumbieron en la oscuridad del tiempo y en las mentes de aquellos que fueron dominados por la fuerza.

En la actualidad, lejos de reconocer la existencia de una profunda filosofía del Cem Anáhuac,[2], se habla de una transfigurada religión politeísta, en la que todavía pesan juicios eurocéntricos. El pasado antiguo de México representa, para la gran mayoría de quienes detentan el poder político y cultural, una fuente de nacionalismo demagógico; un patrimonio cultural inconexo de piedras y objetos de gran valor estético cuyo atractivo "turístico" es importante sólo desde el punto de vista económico.

Pero ¿dónde está la base en la cual pueda sustentarse la auténtica riqueza de nuestro patrimonio cultural? Sólo la existencia de una filosofía anahuaca[3] puede dar sentido y explicación a miles de años de evolución y desarrollo.

¿Cómo podríamos entender el patrimonio cultural greco latino sin el estudio del conocimiento legado por sus filósofos y pensadores? Sin esa base fundamental, todos los vestigios de su pasado no tendrían una clara explicación. De la misma manera, sin el conocimiento de la filosofía anahuaca es más que difícil entender los procesos culturales del México antiguo.
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  1. Nombre original del territorio que los criollos en 1821 llamaron equivocadamente México.
  2. Cen Anáhuac, nombre en lengua náhuatl al territorio que comprende desde el actual estado de Zacatecas en México, hasta Nicaragua, que significa en la misma lengua“hasta aquí el Anáhuac”.
  3. Gentilicio de la gente del Anáhuac.
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