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—Allí está la puerta. Más allá hay un abismo, y más allá de ese abismo está lo desconocido.

—Ahora nosotros seremos otra vez polvo en el camino —dijo don Genaro—. Tal vez algún día otra vez vuelva a entrar en tus ojos.

—Don Juan y don Genaro retrocedieron y parecieron perderse en la oscuridad. Pablito me tomó del antebrazo y nos dijimos adiós. Entonces un extraño impulso, una fuerza, me hizo correr con él hacia el filo norte de la meseta. Sentí que su brazo me sostenía cuando saltamos, y luego quedé solo". C.C.

De esta manera, al arrojarse desde un acantilado, se despidió Castaneda de este mundo para iniciar su Viaje a Ixtlán, su viaje sin retorno al conocimiento para fundirse en el infinito. Ha sido un viaje muy largo, en el que ha estado casi solo, rodeado únicamente de un reducido grupo y frente a una inmensa responsabilidad. En efecto, el poder ha encomendado la tarea de divulgar los conocimientos del México Antiguo y tal vez, crea un nuevo linaje de conocimientos.

Después de ese extraordinario e ilógico acto, nada es igual en la vida, pues “nadie” se arroja a un abismo con la certeza de que se desintegrará y se convertirá en energía, que subirá y bajará como una bola de fuego en la montaña. Después de este increíble hecho, Castaneda aparecerá en Los Ángeles, California y regresará tiempo después a la Sierra Norte de Oaxaca a preguntarle a Pablito, qué fue lo que sucedió aquella noche en el Cerro de las Cenizas. A partir de ahí, Castaneda inicia su largo y solitario Viaje a Ixtlán, su viaje a lo inconmensurable.

“Lo que Genaro te dijo es su historia es precisamente eso. Genaro dejó su pasión por Ixtlán: su casa, su gente, todas las cosas que le importaban. Y ahora vaga al acaso por aquí y por allá cargando de sus sentimientos; y a veces, como dice, está a punto de llegar a Ixtlán. Todos nosotros tenemos eso en común”. (Viaje a Ixtlán. 1972).

Castaneda fue el discípulo de un “Hombre de Conocimiento”, un tolteca heredero de la sabiduría, conocimientos y Filosofía (Toltecáyotl) con lo que se forjó el milagro deslumbrante de la civilización del Anáhuac o México antiguo, a lo largo de más de 7 mil 500, aunque Don Juan Matus sostiene que su conocimiento tiene más de 10 mil años en el Anáhuac. El conocimiento que engendró toda esta maravillosa evolución humana, tan importante como la de China o la de la India, ha sido tercamente negado por los invasores, desde 1521 hasta nuestros días. Los Antiguos Mexicanos para los "especialistas” y público en general, sólo alcanzaron a tener una sanguinaria religión politeísta y a hacer monumentales "centros ceremoniales" para adorar “al sol, al agua y al viento" y no para desarrollar un decantado y sofisticado conjunto de saberes misteriosos acerca de la esencia luminosa del ser humano, conocimientos tal vez más avanzados que los que hoy posee la cultura Occidental.

Los toltecas de ayer y de hoy, buscan la trascendencia de la existencia a partir de un cuerpo energético, buscan en síntesis, lo que han buscado todos los pueblos sabios del mundo... la luz del infinito.

Las enseñanzas de Don Juan fueron un ardid o un medio, para llegar a la esencia del conocimiento. En efecto, todos los 9 libros que Castaneda escribió sobre las enseñanzas de su maestro don Juan Matus son ¡un engaño! En tanto no enseñan lo esencial. Parece cómico pero así es. Los que "estudiamos" cada uno de sus libros durante muchos años, jamás supimos que los constantes “estirones" que se daba Don Juan, eran los famosos "Pases mágicos", y como Castaneda no tenía el poder personal suficiente para entenderlos, menos lo tendríamos sus lectores. De modo que hasta que aparece la

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