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EPÍLOGO

México es un país con una cultura de origen milenario de la cual, a la fecha, poco se ha investigado de su matriz de conocimiento (filosofía) y mucho menos se ha difundido. Así, el México antiguo parece estar tan sólo en zonas arqueológicas, museos y aburridos libros y "carteles turísticos".

México necesita encontrar en su pasado filosófico (Toltecáyotl) un elemento que potencialice ese acervo de conocimientos acerca del hombre, del mundo y de la vida que operó de manera continua durante varios miles de años y que en los últimos 500 ha sido negado y silenciado. Porque será con la esencia de ese conocimiento con el que construiremos el México del siglo XXI.

El Dr. Guillermo Bonfil Batalla, en su obra México profundo, una civilización negada, dice (pág. 31): "Lo que importa subrayar es el hecho de que la milenaria presencia del hombre en el actual territorio mexicano produjo una civilización."

El Dr. Miguel León Portilla, en su obra Toltecáyotl, aspectos de la cultura náhuatl, dentro del marco comparativo "desarrollo de las culturas con orígenes autónomos, señala que fue en el año 8000 A.C. cuando se inició la agricultura en Egipto y Mesopotamia; posteriormente, en el año 7000 A.C. se inició la agricultura en la India, China y en el Anáhuac.

Entonces, ¿cómo es posible suponer que mientras Egipto, Mesopotamia, India y China lograron crear, a lo largo de miles de años, filósofos, maestros y religiones que subsisten hasta nuestros días, México no tenga una filosofía o línea de conocimiento que exprese lo que hemos sido, somos y aspiramos a ser?

Es importante señalar que Las enseñanzas de don Juan son una práctica vivencial antes que un sortilegio de la razón, y que muchos pueblos indígenas y campesinos actualmente mantienen incorporada a su vida cotidiana, a sus tradiciones y a sus costumbres, muchas de las prácticas que Don Juan recomienda.

El "ser" indígena durante estos últimos 500 años ha requerido de una fuerza interior inconmensurable capaz de soportar el genocidio, el despojo sistemático y la explotación. En la actualidad vivir como indígena, marginado en las montañas, es más difícil que sobrevivir como subempleado en las ciudades. La fuerza y sabiduría de los indígenas y campesinos tiene mucho que ver con sus prácticas tradicionales y éstas, a su vez, con los preceptos de la Toltequidad o Toltecáyotl, que son elementos de un pasado milenario que de ninguna manera se ha perdido y si, en cambio, vive a flor de piel en algunos grupos indígenas y campesinos o que también subyace subterráneo en las manifestaciones de las culturas populares y urbanas del México contemporáneo.

En torno a esta matriz filosófica—cultural, Bonfil Batalla nos dice en la obra citada (pág. 32): "No se trata, entonces, de un simple agregado, más o menos abundante, de rasgos culturales aislados, sino de un Plan General de Vida que le da trascendencia y sentido a los actos del hombre, que ubica a éste de una cierta manera en relación con la naturaleza y el universo, que le da coherencia a sus propósitos y a sus valores, que le permite cambiar incesantemente según los autores de la historia, sin desvirtuar el sentido profundo de su civilización, pero sí actualizándola. Es como un marco mayor, más estable, más permanente, aunque de ninguna manera inmutable, en el que se encuadran diversas culturas y diversas historias se hacen comprensibles. Eso nada menos: una civilización es lo

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