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como el propio autor relata en varias ocasiones, no es literatura ni ciencia ficción. Es en cambio, un relato fiel de sus encuentros con la Toltecáyotl, en manos de un hombre de conocimiento que perteneció a uno de los muchos linajes que se mantuvieron a flote, después del colapso del periodo Clásico, lo cual sucedió alrededor del año 850 d.C. en todo el Anáhuac.

Y aquí vale la pena analizar lo que Castaneda dice en la introducción de esta obra en cuanto al conocimiento trasmitido por Don Juan. En efecto, el autor señala que Don Juan lo empujó hacia un sistema cognitivo diferente “que era” de los chamanes del México antiguo.

El punto es que Castaneda dice que “era”, pero Don Juan, Don Genaro y los demás practicantes no vivían en “el pasado”. Lo que implica que la Toltecáyotl nunca desapareció, fue erradicada o murió. Por el contrario, el propio Don Juan afirma que la conquista y la colonia resultaron un gran catalizador para los linajes. Se refinaron las técnicas y estos linajes se han mantenido en la clandestinidad en estos, casi cinco siglos de ocupación, y siguen en activo. Que sean inaccesibles e impecables y no los veamos en nuestro cuadrado mundo, no quiere decir que no existan.

También debemos de recodar que el linaje de Don Juan, es uno de tantos linajes y que ninguno era igual. Unos “trabajaban” el conocimiento a través de la danza, otros a través de la música o las curaciones, algunos más se mantienen en la clandestinidad total, no solamente en México, sino en todo el continente. Además, el linaje de Don Juan fue especialmente diferente por la influencia “del inquilino”, quien cambia en el Siglo XVII diametralmente el destino de este linaje, gracias a su milenarios conocimientos que da a cambio de la energía que recibe del linaje.

En general, en estos cinco siglos la cultura dominante, sea colonial o neocolonial, siempre ha negado, excluido y perseguido, cualquier valor de la civilización invadida. A la cual, siempre presume desaparecida y a los pueblos indígenas contemporáneos, quienes son descendientes culturales de la Toltecáyotl, se les tacha de primitivos e ignorantes. Este ha sido uno de los grandes problemas de la obra de Carlos Castaneda en México. Los intelectuales, en general, a pesar de haber leído a Castaneda y que generalmente se encuentra en sus bibliotecas uno o dos volúmenes, rechazan algún valor filosófico de la obra y la toman como ficción literaria.

Para editar el primer libro de Castaneda en México, lo cual sucedió seis años después, cuando ya era un “best seller” mundial, el Fondo de Cultura Económica le tuvo que pedir al gran poeta y “sumo sacerdote de la intelectualidad criolla”, Octavio Paz, que le hiciera el prólogo, para que “le diera seriedad y valor” a las enseñanzas de un indígena yaqui. Solo con un prólogo así, los intelectuales mexicanos colonizados se atrevieron a acercarse tímidamente y pre juiciosamente a la obra. Actitud que subsiste, por desgracia, hasta la fecha. Lo que ha impedido valor la obra en toda su dimensión, quedando en reducidos grupos de “iniciados aZotéricos”. La dimensión social, cultural e histórica de la Toltecáyotl en el México neo colonial contemporáneo, todavía no se ha dado, pero es cuestión de tiempo, dado que la Toltecáyotl es el Patrimonio Cultural más importante que hemos heredado de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad.

Porque el concepto filosófico del “Guerrero” tolteca, por sí solo, puede cambiar el rostro de una nación. En efecto, cuando afirmamos que “el futuro de México es su pasado”, nos referimos en concreto a los elevados valores humanos que encierra la aspiración de convertirse en un “Guerrero de la Muerte Florecida”.

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