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Don Juan me había asegurado que el desplazamiento y la fijación del punto de encaje podía llevarse a cabo por voluntad propia por medio de la disciplina de mano de hierro de los chamanes...

Además, me explicó don Juan que el arte de la brujería consiste en manipular el punto de encaje y hacerlo cambiar de posiciones a voluntad sobre las esferas luminosas que son los seres humanos. El resultado de esta manipulación es el cambio en el punto de contacto con el oscuro mar de la conciencia, que nos trae como su concomitante, un fardo diferente de billones de campos de energía bajo la forma de filamentos luminosos que convergen sobre el punto de encaje. La consecuencia de estos nuevos campos de energía que convergen sobre el punto de encaje, es que una conciencia diferente a la necesaria para percibir el mundo cotidiano entra en acción, transformando esos nuevos campos de energía en datos sensoriales, datos sensoriales que se interpretan y se perciben como un mundo diferente porque los campos de energía que lo engendran son diferentes a los conocidos...

El arte del guerrero—viajero es tener la habilidad de moverse con la más tenue insinuación, el arte de asentir a todo mando del infinito. Para hacer esto, el guerrero viajero necesita destreza, fuerza, y sobre todo, sobriedad. Estos tres puestos juntos, dan como resultado... ¡la elegancia!...

—Es increíble pero no es invivible —dijo—. El universo no tiene límites, y las posibilidades que se dan en el universo son en verdad inconmensurables... C.C.

LA CONCIENCIA INORGÁNICA

Don Juan le enseña a Castaneda que “El oscuro mar de la conciencia” es la fuerza perenne que los toltecas descubrieron y que mantiene al universo. Y que no solo le da la capacidad de la conciencia a los seres orgánicos, sino también a entidades que no tienen organismo. Es decir, que existen entidades que tienen conciencia pero no organismo y que viven en un mundo paralelo al nuestro.

Los toltecas siempre manejaron este principio de “dualidad divina” y le llamaron en el nivel religioso Ometeótl. Principio creador en el que todo cuanto nos rodea está compuesta de un par de opuestos complementarios. De ahí se desprende el concepto que la maestra Séjourné[1] llamó “Quincunce” y que está presente en los diseños, grecas y en la arquitectura.

Don Juan le dice a Castaneda que los toltecas descubrieron que el universo está constituido de fuerzas gemelas, que se oponen y se complementan. De modo que somos vecinos de un mundo gemelo y complementario, en dónde existen entes que no tienen organismo pero sí conciencia. A estos seres los toltecas les llamaron “seres inorgánicos”.

Para los dos, orgánicos e inorgánicos, la muerte es el resultado de que su conciencia es absorbida por el “oscuro mar de la conciencia”. Su conciencia individual repleta de sus vivencias, que fueron guardándose a lo largo de toda su vida, de súbito rompe sus parámetros y la conciencia como energía, es absorbida por el “oscuro mar de la conciencia” para perderse en la inmensidad del todo y la nada.

Según Don Juan, lo toltecas descubrieron que los seres humanos somos los únicos seres con conciencia, que la muerte puede llegar a ser la unificación de la conciencia, y no, como es común, la disolución de la conciencia en el “oscuro mar de la conciencia”. En efecto, el ser humano está constituido por una serie de organismos y sistemas que lo hacen ser. El “ser” depende del bienestar y armonía de cada uno de ellos, pero sí logra
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  1. Pensamiento y Religión en el México antiguo” Laurette Séjourné. FCE Méx. 1957
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