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Castaneda es un embaucador y un farsante, y él, en repetidas ocasiones en sus libros, entrevistas y conferencias ha señalado que su trabajo es una “autobiografía” honesta, de lo que le sucedió al entrar en contacto y penetrar la sabiduría tolteca.

Los dos hombres que llevaron a Castaneda con Don Juan, encontraron la muerte. Pero el final de la historia de Lucas Coronado es conmovedora. Está enfermo de muerte y no acepta la ayuda de Don Juan ni de Castaneda, porque piensa que su salvación está en una medicina que anuncian en la radio que es muy efectiva para todos los males. Don Juan le dice a Castaneda que la humanidad está igual que Lucas Coronado, “no quiere saber nada. Oye solamente lo que quiere oír”.

De alguna manera, pasa lo mismo con la obra de Castaneda, mucha gente “entiende”, lo que quiere entender de las lecturas. Y usa a las enseñanzas de Don Juan, como un medio y un pretexto para acrecentar su ego y usar majaderamente a las personas.

“—Jorge Campos y Lucas Coronado son los dos extremos de un eje —dijo—. Ese eje eres tú: en un extremo, un mercenario despiadado, desvergonzado y burdo que se encarga sólo de sí mismo; horrendo pero indestructible. En el otro extremo, un artista súper sensible, atormentado, débil y vulnerable. Éste debería haber sido el mapa de tu vida, si no fuera por la aparición de otra posibilidad, la que se abrió cuando cruzaste el umbral del infinito. Me buscaste y me encontraste; y entonces, cruzaste el umbral. El intento del infinito me dijo que buscara a alguien como tú. Te encontré, cruzando también así el umbral...” C.C.

¿QUIÉN ERA JUAN MATUS, EN RELIDAD?

Castaneda relata “el centro abstracto de las historias de poder” de su encuentro con Don Juan. Tanto las personas que intervinieron, así como los hechos “casuales” que se dieron para que se encontraran en esa estación de autobuses, más lo que Castaneda llama “interrupción”, que tuvo cuando Don Juan lo miró y que le produjo una sensación física muy especial, que lo obsesionó para posteriormente buscarlo.

“—Sin que supieras nada —continuó, te inicié en una búsqueda tradicional. Tú eres el hombre a quien buscaba. Mi búsqueda terminó cuando te encontré, y la tuya cuando me encontraste ahora…” C.C.

Aquí Castaneda hace una descripción física de Don Juan, dice que cuando lo conoció a principios de los años sesentas, Don Juan tenía ochenta años, pero que su hijo se veía mucho más grande que él. Castaneda describe a Don Juan como un hombre musculoso y decisivo. Que caminaba con agilidad, pero que no tenía un paso fino. Su andar era firme y ligero. Señala que la imagen era de un hombre anciano que era fuerte y se movía como un joven atlético, que irradiaba vitalidad y propósito.

Castaneda escribe que Don Juan tenía la cara casi redonda, sin ser gordo. Los ojos de Don Juan era lo que más llamaban la atención. Ojos oscuros, como chispazos de obsidiana que brillaban con una luz muy especial. Tenía las espaladas y un estómago plano y siempre se veía como “bien plantado en el suelo”. A pesar de su edad no le temblaban las rodillas o los brazos y medía alrededor de un metro sesenta.

Generalmente vestía pantalón y camisa de color caqui, usaba guaraches y sombrero de paja. En los trece años que interactuó como aprendiz de la Toltecáyotl, siempre se asombró de la capacidad física, tanto para caminar largas distancias, subir montañas, como ejecutar abruptamente rápidos movimientos que requerían elasticidad, fuerza y coordinación asombrosa, imposibles de ver en un anciano de más de noventa años.

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