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Castaneda señala que Don Juan le dijo: "Si crees que algo me debes y no puedes pagarme a mí, págale al espíritu del hombre" (La jornada, 29—1—96). ¿Será lo que están haciendo estos modernos naguales y guerreras?.

Sea como fuere, ahí están los nueve textos de Castaneda y los dos de Donner y Abelar. Ahí están los milenarios conocimientos —que se mantuvieron por largo tiempo de manera secreta— ahora expuestos a la luz pública para aquellos que tengan un poco de energía disponible, para los que intenten percibir la realidad, bajo otras premisas, para los que tienen la mente flexible y descolonizada, para los viajeros que estén dispuestos a pagar un boleto muy alto en el ave de la libertad.

Estos textos no son antropología, ni literatura, ni ciencia ficción. En todo caso son "una realidad aparte". El inicio de un nuevo linaje de conocimiento, ahora transmitido de manera escrita, pero que tiene mucho que ver con el pasado de la milenario civilización de los pueblos originarios, que en estos últimos cinco siglos de negación, genocidio e injusticia, han sabido guardar, como impecables guerreros, sus conocimientos y que ahora se nos revelan como "la reserva espiritual de México".

Don Juan le recomendó a Castaneda que no escribiera sus libros como escritor sino como brujo, a través del complejo y sofisticado arte de la ensoñación.

Del mismo modo, los libros de Castaneda tienen que ser leídos como objetos de poder y los lectores asumirse humildemente como modernos aprendices de brujería.

Un punto muy importante es que Don Juan “estaba convencido de que el ser humano, para sobrevivir a esta dramática época, debía cambiar la base social de su percepción”. Esto se puede traducir como un cambio global de la “cultura y los valores humanos”, que puede ser a través de un proceso de reflexión crítica en la que los detentadores del poder económico, político y tecnológico, por común acuerdo cambiaran esta “percepción social”.

Pero el cambio más lógico, es que se diera por “un colapso global”. En efecto, que de un golpe, eche por tierra la locura de un sistema económico—consumista que está desquiciando a los seres humanos y depredando a la naturaleza al borde de la extinción de la vida en el planeta. Sí llegara a suceder este “tsunami global de la percepción del mundo y la vida”, las personas y los pueblos que posean una cultura firme, asentada en las bases de una sabiduría milenaria, podrán adaptarse mejor a estos violentos cambios.

Don Juan menciona que cuando llegaron los españoles al Anáhuac, cambió el “tonal de los tiempos” y que muchos indígenas murieron de tristeza al ver caer la percepción de su mundo. Un derrumbe como este, de los cuales han existido muchos en la historia de la humanidad, o un cambio producido por las condiciones climáticas de la Tierra, que también han sucedido, puede generar un cambio en la percepción social.

“Don Juan argüía que empleamos la mayor parte de nuestra fuerza en mantener nuestra importancia, y que nuestro desgaste más pernicioso es la compulsiva presentación y defensa del yo; la preocupación acerca de ser o no admirados, queridos, o aceptados. Él sostenía que si fuera posible perder algo de esa importancia, dos cosas extraordinarias nos ocurrirían. Una, liberaríamos nuestra energía de tener que fomentar y sustentar la ilusoria idea de nuestra grandeza; y dos, nos proveeríamos de suficiente energía para entrar en la segunda atención y vislumbrar la verídica grandeza del universo...

—La búsqueda de la libertad es la única fuerza que yo conozco. Libertad de volar en ese infinito. Libertad de disolverse, de elevarse, de ser como la llama de una vela, que aun al enfrentarse

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