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Los toltecas “vieron” que el punto de encaje se mueve un poco, cuando las personas están soñando. Este movimiento es involuntario y errático, pero es “movimiento”. De modo que tras observar y practicar por cientos de años los toltecas lograron desarrollar un método para mover “el punto de encaje” a voluntad.

Los antiguos practicantes desarrollaron una técnica muy sofisticada para mover a voluntad el punto de encaje; a esta técnica la llamaron "el arte del ensueño", pues con ella se pueden expandir y acrecentar las posibilidades de lo que se percibe, e identificaron cinco condiciones en el flujo energético de los seres humanos.

La primera es que sólo los filamentos que pasan exactamente por el punto de encaje se transforman en percepciones coherentes.

La segunda es que cuando el punto de encaje se mueve en cualquier dirección, aunque sea levemente, filamentos distintos empiezan a pasar por el punto de encaje, lo que propicia otra percepción diferente.

La tercera es que vieron que en el sueño el punto de encaje se mueve levemente por sí mismo en la superficie del huevo luminoso o hacia su interior.

La cuarta es que vieron que a través de la técnica disciplinada, llamada "el arte del ensueño", se podía mover el punto de encaje en los sueños a voluntad.

Y, como quinta, vieron que se puede mover el punto de encaje hacia afuera del huevo luminoso y entrar en contacto con el universo energético, más allá de lo humano.

El texto de Castaneda aborda lo imposible de una manera absurda. A través de una metodología que se antoja fantástica, y a la que llama "las siete compuertas del ensueño", pretende que el sueño común se transforme en el mecanismo con el cual el practicante logre templar el cuerpo energético, para hacerlo coherente y flexible como el cuerpo físico, ejercitándolo poco a poco, a través de una férrea disciplina que se antoja imposible sostener por largo tiempo (años enteros) con un esfuerzo sostenido, sin ambición y sin obsesión. Éste sería el logro fundamental de la Toltequidad y el medio para lograr la libertad.

Al condensar el cuerpo energético es posible convertirlo en una unidad capaz de percibir de manera independiente a la percepción del cuerpo físico. Esto se logra no sólo con la práctica de la ensoñación, sino que, para obtener energía, se requiere modificar el comportamiento durante la vigilia, para recanalizar la energía que se necesita para mantener la atención en el ensueño. Como se ha dicho repetidas veces a lo largo de las obras de Castaneda, la manera en que gastamos la mayor parte de la energía depende de la necesidad de mantener y acrecentar la importancia personal, base de nuestro ser y, al mismo tiempo, de nuestra mayor limitante. El ser humano, al no poder “crear” más energía que la que tiene, debe ahorrar y recanalizar la que posee.

Don Juan le enseña a Castaneda que el "arte del ensueño" trata del desplazamiento del punto de encaje, y que "el arte del acecho" implica la fijación del punto de encaje en cualquier lugar en el que se haya desplazado. Por ello estas dos técnicas son complementarias y mutuamente insustituibles.

El texto, como lo advirtió Castaneda, se va tornando, poco a poco, fantástico e increíble. Aparecen en los ensueños de Castaneda "los rastreadores, los exploradores y los emisarios". El mundo de los seres inorgánicos que empieza a percibir el autor a través de

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