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PARAÍSO PERDIDO.

»Si ese Dios... (por que al fin la omnipotencia.
»Confieso que negarle no podemos,
»Pues nunca á nuestro ejército glorioso
»Venciera, sino un Todopoderoso);
»Si ese Dios quiere que entre los horrores
»De este fuego, sirviendo á sus furores
»De triste cebo, en indecibles penas
»Arrastremos muriendo sus cadenas;
»Si ese Dios, digo, nos conserva vivos,
»Sólo para saciar su atroz venganza
»Con tormentos eternos y excesivos?
»En este caso, puestas en balanza
»La muerte y vida, cuánto mejor fuera
»Que de una sola vez nos destruyera?»
—«Sea cual fucre», le replica osado
El infernal caudillo, «nuestra suerte,
»Más ó menos cruel, sólo una fuerte
»Resolución, un ánimo invencible
»Harán que sea menos desgraciado
»Nuestro destino, no una vil flaqueza.
»Hasta ahora ignoro su naturaleza;
»Pero cualquier que fuere, es imposible,
»Lo sabes como yo, que en adelante
»Tu corazón y el mío gozar puedan
»De algún bien: incapaces de mudanza,
»La roedora envidia, la constante
»Sed insaciable de una atroz venganza,
»Son los solos placeres que nos quedan.
»Hacer mal, debe ser nuestra incumbencia.
»Única, por lo mismo que él no quiere
»Sino es el bien. Lo que el amare odiemos,
»Y lo que aborreciere fomentemos.
»Cuando su providencia
»Sacar bien de los males pretendiere,
»Procuremos nosotros lo contrario