dos mil pies de ancho y mil quinientos pies de profundidad, con lados casi perpendiculares, donde se cortó la carretera con trabajo infinito y se pavimentó con un gasto enorme. El descenso a esta barranca a caballo no es ninguna hazaña insignificante, y la belleza de las vistas en cada vuelta es realmente maravillosa.
BARRANCA DE BELTRÁN.
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En algunos lugares, la carretera tiene arcos con árboles y enredaderas, y en toda colina flores de riqueza más allá de la imaginación. Loros en grandes parvadas nos gritaban desde los árboles, y periquitos y otras aves de tonos brillantes, abarrotaban los matorrales alrededor. Mulas, cargado con productos del campo, nos encontramos en cada de ángulo del camino.
La escena, mientras la procesión avanzaba abajo de los desfiladeros a la base de la Barranca y subiendo por el otro lado, el palanquín verde se balanceaba sobre la cabeza, los brillantes uniformes de los oficiales y soldados de la guardia entraban y salían de los árboles en vivo con-