tricidades. Generalmente dejarán un artículo muy valioso o una gran suma de dinero sin tocar, pero pequeños artículos y moneditas son muy propensos a perderse, si se deja suelto alrededor a su alcance.
Con nosotros, la costumbre es de pagar los mayores sueldos a los empleados que tienen la responsabilidad de manejar la mayor cantidad de dinero, pero una señora en México me dijo con encantora ingenuidad, que la regla aquí era lo contrario, porque aquellos que manejan más dinero tienen la menor necesidad de un salario. Es una cosa tan común que el cocinero o proveedor para una familia haga un pequeño porcentaje de las compras, que es mirado como un asunto normal, y nadie piensa nada de eso.
Un día el Sr. Fitch, pasando por las calle en México, vio un par de polainas de charol, que estaban muy adornadas, le gustaron, e inmediatamente ordenó un par hecho a su medida. Cuando el sirviente les trajo a casa, le pregunté cuánto costaban. Respondió rápidamente:
"¡Cinco dólares y medio!"
Dije—impunemente porque lo podia hacer, ya que el Sr. Fitch no entendía Español:
"¡Deberias añadir cincuenta centavos por ti!"
"Ya lo hice, Señor!" dijo el sirviente con prontitud, sonriendo en complicidad, como si ya entendiera la situación.
¡Pero deberías haber agregado un dólar en lugar de cincuenta centavos; el padre está encantado con la botas y podría soportarlo!"
El sirviente, sin dudarlo un momento, volteó al Sr. Fitch y le dijo que la cuenta era de seis dólares. El dinero fue pagado, y lo recibió y al volverse para irse, puso cinco dólares en el bolsillo de sus pantalones, y