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SU CONDICIÓN SOCIAL Y CARÁCTER.

"¡Pero L—— está muy cansada para caminar a casa, y es mejor llevarla alla!"

"¡Oh sí, pero son sólo dos cuadras, y yo puedo llevarla directamente allí en el carro!" Comenté con mi simplicidad californiana.

"¡Eso nunca se puede hacer México!" fue su pronta respuesta.

Así que llevé a ambas a casa de la joven dama, la dejamos allí, y regresamos en el carro con la señora casada a su residencia. Que esta vigiancia incesante, e implícita falta de toda confianza en la honestidad y virtud de la joven, es subversivo de la virtud, y tiende a derrotar su mismo objeto, me parece bastante claro; sin embargo, es la costumbre del país, y se debe cumplir por todos los residentes en la capital. En justicia a las mujeres de México quisiera decir que en mi opinión, la costumbre es tan innecesaria, como es opresiva y odiosa a nuestra vista.

Ningun campo de trabajo de esfuerzo independiente y autosustentable, que están disponibles a las mujeres de los Estados Unidos, puede ser hechos por las mujeres de México, y el futuro de una pobre viuda joven o una chica huérfana sin ningun pariente que la cuide, bien podría parecer oscuro y dudoso. La bondad natural de la gente, induce a los parientes más lejanos, en tales casos, a presentarse a apoyar a la viuda o huérfanos; pero una vida de dependencia incesante—a menudo en los menos capaces de conceder incluso esa bendición—es algo que sólo se puede aceptar como alternativa a algo peor.

México está lleno de mujeres jóvenes, y naturalmente dotadas, consumadas, y preparadas para ser buenas, amorosa esposas y madres, que son solteras y no tienen ninguna perspectiva de