mero, su suegra, la Sra. Allen, el General Mejía Ministro de guerra, y su hija,—una rubia magnífica, una de las reconocidas bellas de México,—escoltados por una fuerte guardia, cabalgamos hacia Tacubaya, y desde allí, por los viejos campos de batalla de Contreras y Churubusco, a La Cañada, una hacienda situada en una profunda garganta en las montañas, a quince millas de la ciudad.
Esta es uno de los más notable lugares de entretenimiento en la vecindad de México, y uno de los más bellos del mundo. La vista de los nevados picos del Popocatépetl y el gran anfiteatro de México son magníficos y más allá de descripción. La hacienda en sí es igualmente hermosa, y no se debe preguntar por qué Maximiliano, quien deseaba comprar o expropiar todo lugar hermoso del país, mucho quería adquirir La Cañada, y probablemente lo habría conseguido si se hubiera mantenido el Imperio y sus fondos. El grupo almorzó allí y regresó a la Ciudad encantado con la excursión.
En cuanto a mí, me detuve en Tacubaya, para visitar a unos amigos residiendo temporalmente allí, y pasé una noche muy deliciosa. Allí conocí a la Sra. Gibbon, una señora mexicana, cuyo esposo—un miembro de la familia que produjo al gran historiador[1]—es un acaudalado propietario de minas de Pachuca; la Sra. Adela Mejía de Hammekin, la hermosa y consumada esposa de un caballero americano residente en México por mucho tiempo, y la hija del General republicano Mejía, que recibió un disparo en 1836, después de su derrota por Santa Anna; el Señor Acosta, un estudioso y logrado ingeniero civil, y su hija la Señorita Luz Acosta, una de las más logradas mujeres jóvenes, y más dedicada y amorosa hija que he conocido, que, posteriormente, visitaron los Estados
- ↑ N del T. Edward Emily Gibbon (8 de mayo de 1737 - 16 de enero de 1794) fue un historiador británico, considerado como el primer historiador moderno, y uno de los historiadores más influyentes de todos los tiempos.