món, y Mejia a muerte; y de otras fuentes que fueron testigos oculares, algunas de las cuales evidentemente simpatizaban con los imperialistas.
En la noche del 14 mayo de 1867, los imperialistas fueron derrotados en todos los puntos, agotados y desconcertados. Habían vivido en base a carne de mula y pan de frijol durante semanas, y aun eso se había acabado.
Maximiliano, desesperando, por último, de asistencia del extranjero, vio que todo estaba perdido, y a las 11 p. m. mandó a López, quien era entonces el "oficial del día," a la sede General Escobedo, con instrucciones, para decirle, que proponía tomar cincuenta jinetes escogidos, escapar a través de la Sierra Gorda a Tampico o Tuxpan, y embarcarse para Europa, dejando el lugar para que se rindiera inmediatamente, si su propia vida le era garantizada. Escobedo rechazó la propuesta con desprecio, diciéndole a López que tenía estrictas órdenes de rechazar cualquier término a Maximiliano, como proscrito y violador de las leyes de guerra, y que él tomaría la Ciudad por asalto en el siguiente intento. López regresó con Maximiliano, le dijo de su absoluta falta de éxito, y luego regresó al puesto avanzado que él ocupaba, justo debajo de Las Cruces, en el lado noroeste, y en la afueras de Querétaro.
Escobedo, razonando que la propuesta solo podría venir de un hombre en últimos extremos, llamó inmediatamente a un Consejo de guerra, y el asalto general que había sido ordenado para el día siguiente a las 8 a. m., se ordenó hacer inmediatamente. Las tropas republicanas alcanzaron el puesto que López tenía frente a Las Cruces a las 4 a. m., y tan pronto como López los vio, dijo a sus hombres que era inútil más resistencia. Algunos dicen, que dijo que los republicanos eran desertores que llegaban a unirse a los imperialistas, pero esto es