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En la opinion presentada aquí de la parte importante que ha desempeñado la seleccion ejercida por el hombre, se hace desde luego evidente por qué nuestras razas domésticas demuestran adaptarse en su estructura ó en sus hábitos á las necesidades ó caprichos del hombre. Podemos á mi juicio entender ademas el carácter frecuentemente anormal de nuestras razas domésticas y explicarnos que sus diferencias sean tan grandes en los caracteres externos, y relativamente tan pequeñas en las partes internas ú órganos. El hombre apenas puede escoger, y si puede es con mucha dificultad, las desviaciones de estructuras, excepto aquellas que son visibles externamente; y la verdad es que rara vez se cuida de lo que es interno. No puedo nunca ejercer la seleccion, á no ser en aquellas variaciones que en un grado insignificante le indicó primeramente la naturaleza. A nadie se le ocurriria tratar de hacer una colipava sin ver ántes una paloma con la cola desarrollada de un modo raro en un grado pequeño, ni una paloma de buche grande hasta que vió ántes una con buche de tamaño algun tanto fuera de lo comun; y cuanto más anormal o desacostumbrado fuese ese carácter, cuando por vez primera apareció, más probable seria que llamara su atencion. Pero usar una expresion como la de tratar de hacer una colipava, es sin duda ninguna, en la mayor parte de los casos completamente incorrecto. El primer hombre que escogió una paloma con una cola ligeramente más larga, no pudo soñar nunca lo que los descendientes de esa paloma llegarian á ser por una larga seleccion continuada, inconsciente en parte, en parte metódica. Quizás el pájaro padre de todas las colipavas tenia solamente catorce plumas caudales, extendidas como la actual colipava de Java ó como indivíduos de otras razas distintas, en las cuales se han contado hasta diez y siete plumas caudales. Quizás la primera paloma de buche, no inflara ésto mucho más de lo que la turbit dilata ahora la parte superior de su esofago, costumbre en que no se fijan los criadores, porque no es uno de los puntos característicos de la casta.

No se vaya á creer que es necesaria para llamar la atencion del criador aficionado una gran desviacion de estructura: percibe diferencias pequeñas en extremo, pues es atributo de la naturaleza humana apreciar cualquier novedad por pequeña que sea en cuanto poseemos. Ni debe juzgarse el valor que se