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ORIGEN DE LAS ESPECIES

rados como teniendo al principio una existencia característicamente animal, y luego inequívocamente vegetal.»> Por lo tanto, segun el principio de la seleccion natural con divergencia de carácter, no parece increible que tanto los animales como las plantas puedan haberse desarrollado desde alguna forma por el estilo inferior é intermedia; y admitiendo esto, tenemos de igual manera que admitir que todos los séres orgánicos que han vivido sobre esta tierra, pueden ser descendientes de una sola forma primordial. Pero esta deduccion está principalmente basada en la analogía, y es indiferente que sea ó no aceptada. Posible es, sin duda, como M. G. II. Lewes ha manifestado, que en los primeros comienzos de la vida surgieran muchas formas diferentes; pero si así es, debemos concluir que solamente poquísimas entre ellas han dejado descendientes modificados; porque como recientemente he dicho con respecto á los miembros de cada gran reino, tales como los vertebrados, articulados, etc., tenemos pruebas claras en sus estructuras embrionarias, homólogas y rudimentarias, de que dentro de cada reino descienden todos los miembros de un solo progenitor. Cuando las opiniones que he presentado en esta obra, tambien presentadas Mr. Wallace, ó cuando otras análogas sobre el origen de las especies estén generalmente admitidas, podemos entrever oscuramente que habrá una revolucion considerable en la historia natural. Los sistemáticos podrán proseguir sus trabajos como ahora; pero no estarán incesantemente asaltados por la sombría duda de si ésta ó aquella forma es una verdadera especie, lo cual será no pequeño alivio con toda seguridad, porque, hablo por experiencia, cesarán las interminables disputas sobre si unas cincuenta especies de zarzas inglesas son buenas especies. Los sistemáticos sólo tendrán que decidir, lo cual no es fácil tampoco, si una forma cualquiera es lo suficientemente constante y distinta de otras formas, para ser susceptible de definicion; y en este caso, si las di erencias son lo bastante importantes para merecer el nombre específico. Este último punto llegará á ser consideracion mucho más esencial que lo es ahora, porque las diferencias, por pequeñas que sean, entre dos formas cualesquiera, que no estén confundidas por gradaciones intermedias, son hoy consideradas por la mayor parte de los naturalistas, como suficientes para elevar ámbas formas al rango de especies.