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554 ORIGEN DE LAS ESPECIES dos llevando las señales falsas de nutricion del útero de la madre? Indudablemente aquellos que creen en la aparicion ó creacion de solamente unas pocas formas de vida ó de una forma sola, no pueden dar contestacion á algunas do estas mis- mas preguntas. Algunos autores han sostenido que tan fácil es creer en la creacion de un millon de séres como en la de uno; pero el axioma filosófico de Maupertuis de la menor accion lleva el ánimo más voluntariamente á admitir el número más pequeño; y ciertamente no debemos de creer que han sido creados dentro de cada gran clase innumerables séres con se- nales evidentes, aunque engañosas, de descendencia de un solo padre. Como memoria de un estado anterior de cosas he con- servado en los párrafos anteriores y en otras partes algunas sentencias que dan i entender implícitamente que los natura- listas creen en la creacion separada de cula especie, y se me ha censurado mucho por haberme yo expresado así. Pero induda- blemente esta era la creencia general cuando salió á luz la pri- mera oclicion de la presente obra. Antes habló á muchísimos naturalistas sobre el asunto de la evolucion y jamás ni una sola vez me encontró el menor testimonio do simpatia. Proba- blo es que ya entonces algunos creyeran en la evolucion; pero 6 so lo callaban ó se expresaban de una manera tan ambigua que no era fácil entender lo que pensabın. Ahora las cosas han cambiado por completo y casi toclos los naturalistas admiten el gran principio de la evolucion. Hay, sin embargo, algunos to- davía que piensan que las especies han dado repentinamente orígen por meilios completamente inexplicaulos á formas nuc- vas y totalmente diferentes. Pero como he intentaclo demostrar, pueden oponerse pruebas tlo mucho peso á que se admitan grandes y bruscas modificaciones. Bajo un punto de vista cien- tífico y como camino de investigaciones ulteriores, poquísima es la ventaja que so adquiero creyendo que se desarrollan ro- penlinamento, de una manera inexplicable, formas nuevas de las viejas y muy liferentes, sobre la antigua creencia en la creacion de las ospecies del polvo de la tierra. Se me preguntará hasta quó punto llevo yo la doctrina do la modificacion de las especies. Cuestion es ésta difícil de respon- der, porque cuanto más distintas scan las formas que conside- remos, tanto más se reducen los argumentos en favor de comu-