492 ORIGEN DE LAS ESPECIES cian tambien mucho en los dos animales en tamaño relativo y estructura. La denticion del adulto está precedida de una denticion de lecho sumamente distinta. Cualquiera puede na- turalmente negar que los dientes en cada uno de los dos casos hayan sido adaptados para desgarrar la carne, por medio de la seleccion natural de variaciones sucesivas; pero si se ad- mite en un caso, no es para mí inteligible que se niegue en el otro. Tengo una alegría al saber que una autoridad de tanto peso como el profesor Flower ha llegado á esta misma con- clusion. Los casos extraordinarios presentados en un capítulo ante- rior, de peces muy diferentes que poseen órganos eléctricos, de insectos muy diferentes que poseen órganos luminosos, y de orquisas y asclepiadas que tienen masas de polen con discos viscosos, entran tambien en el catálogo de los parecidos análo- gos. Pero estos casos son tan maravillosos, que fueron presen- tados como dificultades ú objeciones á nuestra teoría: en todos cllos puede descubrirse alguna diferencia fundamental en el crecimiento ó desarrollo de las partes, y generalmente en la estructura ya desarrollada de éstas. El fin conseguido es el mismo; pero los medios, aunque parezcan los mismos superli- cialmente, son esencialmente diferentes. El principio á que se ha aludido anteriormente con el nombre de variacion análoga, ha entrado probablemente a menudo en juego en estos casos, esto es, los miembros de la misma clase aunque unidos sola- mente de lejos, han heredado en su constitucion tanto en co- mun, que son aplos para variar de una manera semejante cuando son semejantes las causas que los excitan, y ésto evi- dentemente ayudaria á la adquisicion por medio de la seleccion natural do partes ú órganos cxtraordinariamento parecidos fuera de su herencia directa de un progenitor comun. Como las especies que pertenecen á clases distintas se han adaptado á menudo por ligeras modificaciones cucesivas á vi- vir en circunstancias semejantes, por ejemplo, á habitar los tres clementos de tierra, aire y agua, podemos quizá entender cómo se ha observado algunas veces un paralelismo numérico entre los subgrupos de clases distintas. Un naturalista á quien lla- mara la atencion un paralelismo de esta clase, podria fácil- mente extenderlo mucho elevando ó rebajando arbitrariamente cl valor de los grupos en las diversas clases; y toda nuestra ex-
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