rocas, llevados por el hielo hasta la latitud 36 y 37°; y en las playas del Pacífico, donde hoy el clima es tan diferente, hasta la latitud de 46°. Cantos rodados se han echado de ver tambien en las montañas Rocosas. En la cordillera de la América del Sur, casi al Ecuador, se extendieron en un tiempo los glaciales muy por bajo de su nivel actual. En el Chile central he examinado un terraplen de detritus con grandes cantos rodados, cruzando el valle del Portillo, que apénas puede dudarse de que en un tiempo formó una gigantesca moraina. Mr. D. Forbes me informa de que él encontró en varias partes de la cordillera, entre los paralelos 130 y 30° de latitud Sur, y á una altura próximamente de 1.200 piés, rocas profundamente estriadas, que se parecian á aquellas de Noruega que le cran tan familiares, y de igual manera grandes masas de detritus que contenian tambien guijarros surcados. En todo este espacio de la cordillera, no existen ahora verdaderos glaciales, ni áun en alturas mucho más considerables. Mucho más al Sur, en ambos lados del continente, desde la latitud de 41° hasta la extremidad más meridional, tenemos las pruebas más evidentes de la accion glacial primitiva, en numerosos peñascos inmensos, transportados léjos del sitio de donde provienen. Por estos diversos hechos, à saber: porque la accion glacial se haya extendido por todo el ámbito de los hemisferios septentrional y meridional; porque el período haya sido reciente en un sentido geológico en ambos hemisferios; porque haya durado en los dos muchísimo tiempo, como puede inferirse de la importancia del trabajo realizado, y últimamente, por haber descendido recientemente á un nivel bajo los glaciales en toda la línea entera de la cordillera, parecíame en un tiempo que no podiamos prescindir de la conclusion de que la temperatura de todo el mundo habia bajado simultáneamente durante el período glacial. Pero ahora, Mr. Croll, en una serie de memorias admirables ha intentado demostrar que una condicion glacial del clima, es el resultado de varias causas físicas puestas en operacion por un aumento de excentricidad en la órbita de la tierra. Todas estas causas tienden hácia el mismo fin, pero la más poderosa parece ser la influencia indirecta de la excentricidad de la órbita sobre las corrientes oceánicas. Segun Mr. Croll, los períodos frios se reproducen regularmente cada mil ó cada mil quinientos años, y estos, en grandes in-
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ORIGEN DE LAS ESPECIES