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DISPERSION EN LA ÉPOCA GLACIAL 435 no es válido contra lo que podria realizarse por los medios oca- sionales de transporte durante el transcurso del tiempo geoló- gico, mientras que la isla se elevaba sobre las aguas, y ántes de que estuviera completamente provista de habitantes. En terreno casi desnudo, en el que no vivan insectos destructores ó haya muy pocos, casi todo grano que acierte á llegar, si el clima le es conveniente, germinará y sobrevivirá. Dispersion durante la época glacial. La identidad de muchas plantas y animales en las cumbres de montañas separadas entre sí por cientos de millas de tierras bajas, en las cuales no pueden existir las especies al- pinas, es uno de los casos más sorprendentes que se conocen de que la misma especie viva en puntos distantes sin la posi- bilidad, al parecer, de que haya emigrado de un punto á otro. Es, en verdad, hecho muy notable ver tantas plantas de la misma especie viviendo en las novadas regiones de los Al- pes ó de los Pirincos y en las partes más extremas y septen- trionales de Europa; pero es mucho más notable aún, que las plantas de las montañas blancas en los Estados Unidos de América scan todas las mismas que las del Labrador, y casi todas las mismas, segun sabemos por Asa Gray, que las que hay en las montañas más elevadas de Europa. Ya hace mucho tiempo, en 1747, que tales hechos indujeron á Gmelin á con- cluir que las mismas especies deben haber sido creadas inde- pendientemente en muchos puntos distantes; y hubiéramos permanecido en esta misma creencia si Agassiz y otros no hubieran llamado vivamente la atencion hacia el período gla- cial, que como inmediatamente veremos, da una explicacion simple de estos hechos. Tenemos pruebas de todas clases, or- gánicas é inorgánicas, de que en un período geológico muy reciente, la Europa Central y la América del Norto sufrieron un clima ártico. Las ruinas de una casa que el incendio ha des- truido, no nos cuentan su historia con más claridad que lo ha- cen las montañas de Escocia y de Gales, con sus llancos raya- dos, sus superficies pulidas, sus peñascos desprendidos, que cstán diciéndonos las corrientes de hielo con que sus valles es- tuvieron ultimamente ocupados. Tan grandemente ha cambiado cl clima de Europa, que en la Italia del Norte, montañas gigan-