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DESARROLLO DE LAS FORMAS ANTIGUAS Y EXISTENTES. 105 Del estado de desarrollo de las formas antiguas comparadas con las formas que viven. Hemos visto en el capítulo IV, que el grado de diferenciacion y especializacion de las partes en los seres orgánicos cuando lle- gran á la madurez, es el mejor tipo que hasta ahora se ha su- gerido de su grado de perfeccion ó altura. Hemos visto tam- bien, que como la especializacion de las partes es una ventaja para cada sór, la seleccion natural tenderá á hacer á la orga- nizacion de cada sér más especializada y perfecta, y en esto sentido más elevada; no le impedirá esto dejar á muchas cria- turas con estructuras sencillas y no mejoradas, adaptadas para condiciones simples de vida, y áum en algunos casos de- gradará ó simplificará la organizacion dejando á esos seres de- gradados con mejores propiedades para sus nuevas condiciones de vida. De otra manera más general: las especies nuevas se ha- con superiores á las precedentes, porque tienen que derrotar en la lucha por la existencia á todas las formas más antiguas, con quienes entren en vigorosa competencia. Podemos, por lo tanto, concluir; que si en un clima, próximamente semejante, se pudieran poner en competencia los habitantes cocenes del mundo con los que hoy existen, scrian los primeros derrotados y exterminados por los últimos, como lo serian los secundarios por los cocenes, y las formas paleozóicas por las secundarias. De manera, que por esta prueba fundamental de la victoria en la batalla de la vida, lo mismo que por el criterio de la espe- cializacion de los órganos, las formas modernas deben ocupar un lugar más alto que las antiguas, segun la teoría de la selec- cion natural. ¿Sucedo así? Una gran mayoría de los paleontó- logos contestaria afirmativamente, y al parecer, esta respuesta, aunque de difícil prueba, tiene que admitirse como verdadera. No es objecion válida contra esta conclusion el hecho de que ciertos braquiópodos hayan sido modificados muy ligeramente desde una época extremadamente remota; y do que ciertos mo- luscos terrestres y de agua dulce hayan permanecido casi los mismos desde el tiempo en que se sabe que aparecieron por primera vez. No es una dificultad insuporable que no hayan progresado en su organizacion los foraminíferos desde la época laurentina, en lo que tanto insiste el Dr. Carpenter; porque al- gunos organismos tendrian que quedar apropiados álas condi-