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CAMBIO DE LAS FORMAS DE VIDA 395 mismas y la introduccion de otras nuevas, no pueden ser de- bidas á meros cambios en las corrientes marinas ó á otras causas más ó ménos locales y temporales, sino que dependen do leyes generales que gobiernan á todo el reino animal.» M. Barrande ha hecho algunas observaciones de mucha fuer- za, precisamente sobre el mismo asunto. Es, en verdad, com- pletamento fútil mirar como causa de estas grandes mutacio- nes en las formas de vida de todo el mundo y en los climas más diforentes, los cambios de corrientes, climas ú otras condicio- nes físicas. Como Barrande ha observado, hay que buscar para explicarlos alguna ley especial. Veremos esto con mas claridad, cuando tratemos de la distribucion actual de los sé- res orgánicos, y encontremos cuán pequeña es la relacion en- tre las condiciones físicas de varios países y la naturaleza de sus habitantos. Este gran hecho de la sucesion paralela de las formas de vida en todo el mundo, cs explicable por la teoría de la selec- cion natural. Las especies nuevas se forman porque tienen al- guna ventaja sobre formas más antiguas; y las formas que son ya dominantes, ó que tienen alguna ventaja sobre las demas en su propio país, dan nacimiento al mayor número de varic- dades nuevas ó especies incipientes. Tenemos pruebas eviden- tes de esto punto en las plantas que son dominantes, esto es, en las que son más comunes y más extensamente difundidas, quo producen el mayor número de variedades nuovas. Tam- bien es natural que las especies dominantes que varian, y que so extienden lejos, que ya han invadido hasta cierto punto los territorios do otras especies, fuesen aquellas que tuviesen más probabilidades de esparcirse todavía más y de producir en países nuevos otras variedades y especies nuevas. El procedi- miento de difundirse sería a menudo muy lento, porque de- pende de cambios climatológicos geográficos, de accidentes ex- traños y de la aclimatacion gradual de nuevas especies á los varios climas, por los cuales tendrian que pasar; pero en el transcurso del tiempo, las formas dominantes conseguirian generalmente extenderse y prevalecerian por último. Es pro- bable que sería más lento el difundirse para los habitantes terrestres de los distintos continentes, que para los habitantes marinos de los mares contínuos. Podriamos, por lo tanto, es- perar encontrar', como encontramos, un grado menos estricto