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CAMBIO DE LAS FORMAS DE VIDA 393 Las formas de vida cambian casi simultáneamente en todo el mundo. Pocos descubrimiento paleontológicos hay más extraordi- narios que el hecho de que las formas de vida cambien casi si- multáneamente en el mundo entero. Así, nuestra formacion curopea de la creta puede reconocerse en muchas regiones distintas y en los climas más diferentes, donde ni un frag- mento de creta mineral puede encontrarse, á saber: en la América del Norte, en la Central, en la Tierra del Fuego, en el Cabo de Buena Esperanza y en la Península de la India. Porque en estos distantes puntos los restos orgánicos de cier- los yacimientos presentan un parecido inequívoco con los de la creta. No es que las mismas especies scan las que se encuen- tran allí, porque en algunos casos ni una sola especie es idén- ticamente la misma; pero pertenecen a las mismas familias, yéneros y partes de géneros, y algunas veces están semejante- mente caracterizadas en puntos tan haladíes como la mera escultura superficial. Aun hay más; otras formas que no scon- cuentran en la crota de Europa, pero que existen en las forma- ciones superiores ó inferiores a la misma, ocurren en el mismo órden en estos distintos puntos del mundo. En las diversas formaciones palcozóicas sucesivas de Rusia, Europa occiden- tal y América del Norte, han observado algunos autores un pa- ralelismo semejante en las formas de vida. Así sucede segun Lyell en los depósitos terciarios de Europa y de la América del Norte. Aun dejando á un lado por completo las pocas especies fósiles comunes á los dos mundos, el paralelismo general en las formas de vida sucesivas de las capas palcozóicas y torcia- rias quedaria todavía manifiesto, y podrian fácilmente corre- lacionarse las diversas formaciones. Estas observaciones, sin embargo, se relieren á los habitantes marinos del mundo. No tenemos datos suficientes para juzgar si las producciones de la tierra y del agua dulce cambian en distintos puntos de la misma manera paralela. Podemos dudar si así han cambiado: si el megatorio, milodonte, macrauchenia y toxodonto, hubieran sido traidos á Europa desde la Plata, sin ningun informe con respecto á su posicion geológica, na- dic hubiera sospechado que habian coexistido con moluscos del mar, que todavía viven. Como estos anómalos monstruos