EXTINCION 389 así como el indivíduo tiene una cantidad determinada de vida, tambien las especies tienen una duracion delinida. Nadie puede haberse maravillado más que yo con la extincion de las especies. Cuando encontró en la Plata el diente de un caballo en las mismas capas que los restos de mastodonte, mc- yatorio, ocsodonte y otros monstruos extinguidos, que todos coexistieron con moluscos que todavía vivian en un período geológico muy reciente, me llené de asombro; porque viendo que el caballo, desde que lo introdujeron los españoles en la América del Sur, se ha naturalizado por sí y en estado salvaje en todo el país y que su número ha aumentado en una pro- porcion que no tiene paralelo, me preguntaba qué causa po- dria haber exterminado tan recientemente al caballo primitivo en condiciones de vida al parecer tan favorables. Pero mi asombro no tenia razon de ser. El profesor Owen pronto des- cubrió que el diente, aunque tan igual al del caballo que hoy cxiste, pertenecia á una especie extinguida. Si hubiera vivido este caballo todavía, aunque no fuera abundante, ningun na- turalista hubiera experimentado la menor sorpresa por su poco número, porque esta circunstancia es atributo de muchas es- pecies de todas clases en todos los países. Si nos preguntamos á nosotros mismos por qué ésta ó aquella especie es rara, res- pondemos que algo hay desfavorable en sus condiciones de vida; pero lo que ese algo sea, casi nunca podemos decirlo. En la suposicion de que el caballo fósil existiera todavía como una especie rara, podriamos haber estado seguros por la analogía con todos los otros mamíferos, sin excluir al elefante que tan lentamente se reproduce, y por la historia de la naturaliza- cion del caballo doméstico en la América del Sur, que en con- diciones más favorables hubiera poblado en muy pocos años cl continente entero. Pero no podriamos haber dicho cuáles fueron las condiciones desfavorables que entorpecieron su cre- cimiento, si fué una ó si fueron varias contingencias y en qué período de la vida del caballo y hasta qué punto obraron cada una de ellas. Si las condiciones se hubieran desarrollado do un modo cada vez mónos favorable, seguramente no hubiéra- mos percibido el hecho, aunque el caballo fósil se hubiera he- cho ciertamente cada vez más raro, y finalmente se hubiera extinguido ocupando su lugar algun competidor más victo- rioso.
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