CAMBIO DE INSTINTOS 281 caso notable de esto se ve en algunas castas de gallinas, que muy rara vez ó nunca se ponen lluccas; esto es, que nunca de- sean estar sobre los huevos. La familiaridad nos impide ver hasta que punto y con qué permanencia se han modificado las facultades mentales de nuestros animales domésticos. Apenas es posible dudar de que el amor al hombre se ha hecho instin- tivo en el perro. Todos los lobos, zorras, chacales y las espe- cies del género felino, cuando se les tiene domesticados, están más ansiosos de atacar á la volatería, á los carneros y á los puercos, y esta tendencia se ha visto que es incurable en los perros traidos cachorros de países co:no la Tierra del Fuego y la Australia, donde los salvajes no domestican estos animales. ¡Cuin rara vez, por otra parte, necesita enseñarse á nuestros perros civilizados, ni aun cuando son cachorros, á que no ata- quen a la volateria, á los carncros y á los puercos.! Sin duda, que de vez en cuando los embisten, pero entonces se les pega, y si no se enmiendan se les mata; de modo que el hábito y algun grado de seleccion, han concurrido probablemente á ci- vilizar por herencia á nuestros perros. Por otra parte, los po- llos, por costumbre, enteramente han perdido aquel miedo al perro y al gato, que sin duda era primitivamente instintivo en ellos, porque yo sé por el capitan Hutton, que los pollos del tronco comun, que se llama Gallus bankiva, cuando los cria en India una gallina, son al principio excesivamente salvajes. Lo mismo sucede con los pollos de los faisanes cuando los em- polla en Inglaterra una gallina. No es que los pollos hayan perdido todo el miedo, sino el miedo sólo á los perros y á los gatos, porque si la gallina da el grito de alarma, se cchan á correr toulos, particularmente los pavipollos, para esconderse cn la yerba ó en el monte que haya más cerca; y esto lo hacen cvidentemente con el objeto instintivo, (puesto que lo vemos en los pájaros silvestres que anidan en tierra) de permitir a la ma- dre que se escape volando. Pero este instinto que han conser- vado nuestros pollos, se ha hecho casi inútil en la domesticidad, porque la gallina madre, por la falta de uso, casi ha perdido el vuelo. De aquí podemos deducir que en la domesticidad se han ad- quirido instintos y se han perdido otros naturales, por el hábito en purto, y en parte por la seleccion del hombre, que ha ido acumulando durante generaciones sucesivas, hábitos mentales
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