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CAMBIO DE INSTINTOS 279 ténticos podria darse de haberse heredado varios matices de dis- posicion y de gusto, y de igual manera las más extrañas cos- tumbres asociadas con ciertos estados de ánimos ó períodos de tiempo. Pero consideremos el caso familiar de las castas del perro: no puede dudarse que algunas veces los cachorros de los perros de muestra levantan la caza y áun se dejan detrás á otros perros la primera vez que se sacan al campo; la cualidad de traer la caza se hereda tambien en los perros; y una ten- dencia de correr alrededor del ganado en lugar de correr hácia él, en los perros de pastores. No puedo ver en qué se diferencian esencialmente de los verdaderos instintos estas acciones lleva- das á cabo sin experiencia por los cachorros, casi de la misma manera en todos los indivíduos, con ansioso deleite en cada casta, y sin conocer el fin: por qué el cachorro de muestra no sabe la razon de por qué se pone de muestra para ayudar á su amo, como la mariposa blanca no sabe por qué pone sus huevos en la hoja de la col. Si contempláramos una clase de lobo, que cuando cachorro y sin educacion ninguna, tan pron- to como olfatca su presa se queda inmóvil como una estátua y despues se arrastra lentamente hacia adelante con un modo de andar peculiar, y otra clase de lobo que en lugar de lan- zarse sobre una manada de ciervos corre alrededor de ellos y los va llevando a un punto distante, seguramente llamariamos á estas acciones instintivas. Los instintos domésticos, que así puede llamarseles, son ciertamente mucho menos fijos que los instintos naturales; pero en ellos ha obrado una seleccion mu- cho menos rigorosa y han sido trasmitidos por un periodo in- comparablemente más corto en condiciones de vida mém nos fijas. Cuán fuertemente estos instintos domésticos, hábitos y dism posiciones se heredan y cuán curiosamente llegan á mezclarse se manifiesta perfectamente cuando se cruzan diferentes cas- tas de perros. Así es un hecho bien conocido que el cruza- miento con un perro de presa ha influido por muchas genera- ciones en el valor y obstinacion de los galgos, y un cruza- miento con un galgo ha dado a toda la familia de perros de ga- nado una tendencia á cazar liebres. Estos instintos domésticos que sufren así la prueba del cruzamiento se parecen a los ins- tintos naturales, en que de igual manera llegan á fundirse unos con otros curiosamente, y que por mucho tiempo dejan ver huc-