250 ORIGEN DE LAS ESPECIES sus enemigos y la facilidad para alimentarse en el terreno. Los diferentes miembros de la familia presentan , sin embar- go, como lo hace notar Schioedte, «una larga série de formas que maniliestan una transicion gradual, desde el Hippoglossus pinguis, que no varía en un grado considerable la figura con que sale del Huero, hasta los lenguados, que están enteramen- te tumbados sobre un costado.» M. Mivart se ha apoderado de este caso, y observa que una repentina transformacion espontánea en la posicion de los ojos, es apenas concebible; en lo cual estoy con él completamente de acuerdo. Añade despues: «si el tránsito fuera gradual, no tendria nada de claro, en verdad, que fuese ventajoso para individuo se mejante paso de un ojo hacia el otro lado de la ca- beza en sólo una insignificante fraccion de la distancia. Hasta parece que esa transformacion incipiente ha de serle más bien nociva.» Pero podia haber encontrado una respuesta a csta ob- jccion en las excelentes observaciones publicadas por Malm en 1867. Los pleuronectides cuando son muy jóvenes y lodavía simétricos y tienen sus ojos en los opuestos lados de la cabeza no pueden conservar por mucho tiempo una posicion vertical por causa de la excesiva profundidad de sus cuerpos, del pe- queño tamaño de sus aletas laterales y de estar desprovistos de una vejiga natatoria. De aquí que cansándose pronto caen al fondo sobre un costado. Mientras que están así descansando retuercen á menudo el ojo inferior hacia arriba, como observó Malm, para ver por encima de ellos; y hacen esto tan vigoro- samente que el ojo queda duramente comprimido contra la parte superior de la órbita. La frente entre los ojos queda por consecuencia, como puede verse fácilmente, proporcionalmente reducida en anchura. En una ocasion vió Malm á un pez jóven mover el ojo inferior sobre una distancia angular de unos 70 grados. Tenemos que recordar que es el cráneo en la primera edad cartilaginoso y flexible, de modo que fácilmente cede á la accion muscular. Tambien se sabe que en los animales supe- riores, áun despues de la primera juventud, cede el cráneo y sc altera en su forma si la piel ó los músculos están perma- nentemente contraidos por enfermedad ó algun otro accidente. En los conejos de largas orejas si una de ellas cuelga hacia ade- lante y hacia abajo, su peso arrastra adelante todos los huesos
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