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218 ORIGEN DE LAS ESPECIES aliora, o lo ha sido anteriormente, de alguna utilidad directa ó indirecta para el que la posec. Con respecto á la creencia de que séres orgánicos han sido creados hermosos para recreo del hombre, creencia que se ha anunciado como subversiva de toda mi teoria, debo primero hacer notar que el sentido de la belleza depende evidente- mente de la naturaleza del espíritu, con independencia de toda cualidad real en el objeto admirado; y que la idea de lo que es hermoso, ni es innata ni inalterable. Vemos esto, por ejem- plo, en los hombres de razas diferentes, que admiran un tipo enteramente distinto de belleza en sus mujeres. Si los objetos hermosos hubieran sido creados únicamente para goce del hombre, habria que probar que antes de que el hombre apa- reciesc habia ménos belleza en la faz de la tierra que desde que él se presentó en escena. ¿Fueron las magníficas volutas y con- chas cónicas del periodo coceno, y las graciosamente esculpidas amonitas del periodo secundario, creadas para que el hom- bre pudiese muchos siglos despues admirarlas en su gabinete? Pocos objetos hay más hermosos que las delicadas cajas sili- ceas de las diatomaceas. ¿Fueron éstas crcadas para que se cxaminaran y admiraran despues de inventarse los microsco- pios de más fuerza? La belleza en este último caso, y en otros muchos, parece ser, debida por completo á la simetría del cre- cimiento. Las flores forman entre las producciones más her- mosas de la naturaleza; pero se han hecho visibles por con- trastes con las hojas verdes y, por consiguiente, hermosas al mismo tiempo para que puedan ser fácilmente observadas por los insectos. IIe llegado a esta conclusion, porque he encon- trado ser regla invariable, que, cuando una flor es fecundada por el viento, jamás tiene corola de gayos colores. Algunas plantas producen habitualmente dos clases de flores: abierta y de colores la una, para atraer a los insectos; la otra cerrada, incolora, sin néctar y jamás visitada por aquellos. De aquí podemos deducir que, si no se hubieran desarrollado los in- sectos en la superficie de la tierra, nuestras plantas no hubie- ran estado pobladas de hermosas flores, sino que hubieran producido solamente flores tan pobres como las que vemos en nuestros pinos, encinas, nogales y fresnos, ó en las hierhas espinacas, ortigas, etc., que son todas fecundadas por la inter- vencion del viento. Una série semejante de argumentos tiene