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DOCTRINA UTILITARIA : BELLEZA 217 7 lleza, para deleitar al hombre ó al Creador (aunque este úl- timo punto se sale ya del campo de la discusion científica), ó solamente por la mera variedad, opinion ya discutida. De ser verdad tales doctrinas, serian absolutamente fatales para mi teoría. Yo admito, sin reserva, que muchas estructuras no son ahora de utilidad directa para sus poseedores, y quizás no lo hayan sido nunca para los antecesores de éstos; pero esto no prueba que fuesen formadas únicamente para belleza ó va- riedad. Sin duda que la accion definida del cambio de condi- ciones, y las varias causas de modificaciones últimamente es- pecificadas, han producido todas un cfecto, y probablemente grande, independientemente de cualquier ventaja adquirida. Pero todavía es consideracion más importante la de que la parto principal de la organizacion de todo sér viviente es de- bida á la herencia; y, por tanto, aunque cada sér está con seguridad bien condicionado para el lugar que ocupa en la naturaleza, muchas estructuras no tienen relacion muy intima y directa con los actuales hábitos de vida. Así, pues, apenas podemos creer que los empalmados piés del ganso de tierra adentro, ó del ave fragata, sean de especial utilidad para estos pájaros; no podemos creer que los huesos similares del brazo del mono, de las manos del caballo, del ala del murciélago y de la aleta de la foca, sean de especial utilidad para estos ani- males. Podemos sin temor atribuir estas estructuras á la he- rencia. Pero los piés empalmados fueron, sin duda, útiles al progenitor del ganso de tierra adentro y del pájaro fragata, como hoy lo son á los más acuáticos de los pájaros que viven. Tambien podemos creer que el progenitor de la foca no tenia una paleta, sino un pié con cinco dedos á propósito para an- dar ó agarrar; y aun podríamos aventurarnos á creer que los diversos huesos en los miembros de mono, caballo y murció- lago, fueron desarrollados en los comienzos, segun el princi- pio de la utilidad, probablemente por la reduccion de huc- sos más numerosos en la aleta de algun antiguo progenitor á lo pez de toda la clase. No es casi posible decir hasta qué punto deben hacerse concesiones por causas tales de cambio como la accion definida de las condiciones externas, llamadas varia- ciones espontáneas, y como las complejas leyes del crecimien- to; pero con estas importantes excepciones, podemos acep- tar la conclusion de que la estructura de todo sér viviento es