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210 ORIGEN DE LAS ESPECIES por medios diversos. Sostienen algunos autores que los seres orgánicos han sido formados de muchas maneras, únicamente para que resulte variedad, casi como juguetes en la tienda, idca que en la naturaleza es inadmisible. En las plantas que tienen sexos separados y en aquellas en que, aunque hermafroditas, no cae el pólen espontáneamento en el estigma, se necesita algun auxilio para su fertilidad. En algunas clases este auxilio se hace por medio del viento, que lleva por mera casualidad al estigma los granos de pólen que son ligeros é incoherentes; y este es el plan más sencillo que puede concebirse. Uno casi igualmente sencillo, aunque muy diferente, ocurre en muchas plantas en que una flor simétrica escreta unas cuantas gotas de néctar, y es por esta causa visitada por los insectos, los cuales llevan el pólen de las anteras al estigma. De esta fase simple, podemos pasar a través de un inagota- ble número de mecanismos, que tienen todos el mismo objeto y realizados esencialmente de la misma manera, pero llevando consigo cambios en cada parte de la flor. El néctar puede estar almacenado en receptáculos de variadas figuras, con los estam- bres y pistilos modificados de muchas suertes, formando al- gunas veces aparatos en forma de trampas, y otras veces ca- paces de movimientos perfectamente adaptados por medio de la irritabilidad ó de la elasticidad. De tales estructuras pode- mos avanzar hasta llegar á un caso de adaptacion extraordina- ria, como el que últimamente describió el Dr. Crüger en los Coryanthes. Este orquiso tiene parte de su labio inferior ó la- bellum ahuecado, formando un gran cubo, en el cual caen con- tínuamente gotas de un agua casi pura que mana de dos cuer- nos colocados encima, y cuando el cubo está á mcdio llenar, el agua se vá por un canalillo que tiene en un lado. La parte basal del labellum que está sobre el cubo es tambien ahuecada, formando una especie de cámara con dos entradas laterales; dentro de este cuarto hay curiosos lomos carnosos. El hombre de más ingenio jamás hubiera podido imaginar para qué sirven todas estas partes si no hubiese sido testigo de lo que sucede. Pero el Dr. Crüger vió turbas de grandes abejas que visitaban las flores gigantescas de este orquiso, no para extraer el néctar, sino para roer las partes carnosas que hay dentro del cuarto so- bre el cubo; al hacer esto, frecuentemente se empujaban unas á otras, y caia alguna en el cuo, y mojadas sus alas, no podia