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196 ORIGEN DE LAS ESPECIES este órden; sin embargo, el primero es casi tan acuático como la negreta, y el segundo casi tan terrestre como la codorniz ó perdiz. Casos tales, y muchos más podrian citarse, han cam- biado los hábitos sin un cambio correspondiente en la estruc- tura. Puede decirse que los empalmados piés del ganso de tierras altas han llegado á ser casi rudimentarios en sus fun- ciones aunque no en su estructura. En el pájaro-fragata la membrana entre los dedos profundamente socavada demues- tra que ha empezado á cambiar la estructura. El que cree en actos separados é innumerables de la crea- cion puede decir que en estos casos plugo al Creador hacer que un sér de un tipo tomase el lugar de otro perteneciente a otro tipo; pero ésto mo parece solamente volver á manifestar el hecho con el lenguaje dignificado. El que crec en la lucha por la existencia y en el principio de la seleccion natural recono- cerá que todo sér orgánico está constantemente tratando de au- mentar en número, y que si un sér cualquiera varia alguna vez un poco, ya en sus hábitos, ya en su estructura y adquiere de este modo una ventaja sobre algun otro habitante del mismo país, se apoderará del sitio de este habitante por diferente que pueda ser del que él ocupa. Así es que no le causará sorpresa que haya gansos y pijaros-fragata con piés empalmados vi- viendo en tierra seca y posándose rara vez en el agua y que haya reyes de codornices de largos dedos viviendo en las pra- deras en vez de vivir en los pantanos, que haya picamaderos donde apenas se ve un árbol, que haya tordos é himonópteros que buceen, y petreles con las costumbres de los pájaros bobos. Organos de complicacion y de perfeccion extremas. Suponer que el ojo, con todas sus inimitables disposiciones para ajustar el foco á diferentes distancias, para admitir diſo- rentes cantidades de luz y para corregir la aberracion esſérica y cromática pudiese haber sido formado por la seleccion nati- ral parece, lo confieso francamente, absurdo en el más allo grado. Cuando se dijo por vez primera que el sol estaba quieto, que la tierra daha vueltas alrededor, el sentido comun de la humanidad declaró falsa la doctrina; pero el antiguo dicho de Vox populi vox Dei, como todo filósofo sabe, no está admi- tido en la ciencia. La razon me dice que si puede demostrarse