TRANSICION DE LOS SERES ORGANIZADOS 191 J. Richardson, con la parte posterior de sus cuerpos más bien ancha, y con la piel de sus costados un poco llena, hasta las que se llaman ardillas voladoras; éstas tienen sus miembros y áun la base de la cola unidos por una ancha dilatacion de la piel que les sirve de para-caidas, y les permite deslizarse por el aire à distancias asombrosas de árbol á árbol. No podemos dudar de que cada estructura es útil para cada clase de ardilla en su pro- pio país, disponiéndolas para escapar de los pájaros ó bestias de presa, reunir alimento más prontamente, ó como hay razo- nes para creer, disminuyendo el peligro de las caidas acciden- tales. Pero no se sigue de aquí que la estructura de cada ardilla sea la mejor que se puede concebir en todas las condiciones po- sibles. Que cambien el clima y la vegetacion, que otros roedores en competencia ó nuevos animales de presa inmigren, ó que los antiguos se modifiquen, y todas las analogias nos llevarian á creer que, cuando menos, algunas de las ardillas disminuirian de númeroó quedarian exterminadas, á no ser que ellas tambien se modificasen y mejorasen en estructura de un modo corres- pondiente. Por lo tanto, no puedo ver dificultad, sobre todo bajo un cambio de condiciones de la vida, en la conservacion continuada de indivíduos que tengan las membranas del cos- tado cada vez más desarrolladas, siendo cada modificacion útil y todas ellas propagadas, hasta que por los efectos acu- mulados de este procedimiento de la seleccion natural, se pro- dujera finalmente una ardilla perfecta de las que se llaman voladoras. Consideremos ahora el galeopithecus ó lemur llamado vola- dor, que en otro tiempo era contado entre los murciélagos, pero que hoy se cree que pertenece a los insectívoros. Una mem- brana lateral, extremadamente ancha, se extiendo desde los ángulos de la quijada hasta la cola, é incluye los miembros y los alargados dedos. Esta membrana está provista de un músculo que sirve para extenderla. Aunque no hay lazos graduados de estructura propia para hendir los aires, que hoy pongan en conexion al galcopitheco con los otros insectívoros, no hay, sin embargo, dificultad en suponer que existieron antes, y que cada uno estaba desarrollado de la misma manera que las ardillas ménos perfectamente saltadoras, habiendo sido cada grado de estructura útil para su poseedor. Ni puedo yo ver que haya di- ficultad insuperable para creer áun.más; que la membrana
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