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ORÍGEN DE LAS ESPECIES

que no pueden vivir todos. Cuando averigüé que estos arbolillos no habian sido sembrados ni plantados, me quedé tan sorprendido que fuí á diferentes puntos de vista desde los cuales podia examinar algunas hectáreas del terreno no cercado, y literalmente no pude ver ni un solo pino á excepcion de aquellos grupos viejos plantados. Pero al mirar con más atencion entre los tallos del erial encontré una multitud de retoños y de arbolillos que habian sido perpétuamente comidos por el ganado. En una vara cuadrada á una distancia de unas cien varas de uno de aquellos grupos de árboles viejos conté treinta y dos arbolillos, entre ellos uno que con veintiseis anillos de crecimiento habia tratado durante muchos años de levantar su cabeza sobre los tallos del erial sin poder conseguirlo. No es para asombrarse pues, el que el terreno tan pronto como fué cercado se plagara tan espesamente de pinos jóvenes que con vigor crecian. El caso es que el erial era tan extremadamente extenso y estéril que nadie se hubiera imaginado que el ganado lo hubiera registrado en busca de alimento con tanta atencion y con efectos tan grandes.

Aquí vemos que el ganado determina absolutamente la existencia del pino; pero en algunas partes del mundo los insectos determinan la existencia del ganado. Quizás Paraguay ofrece el ejemplo más curioso de eso, porque allí ni las reses, ni los caballos, ni los perros se han hecho nunca salvajes, aunque más al Sur y más al Norte pululan en el estado natural; y Azara y Rengger han demostrado que el motivo de esto es el mayor número en Paraguay de cierta mosca que deposita sus huevos en los ombligos de estos animales cuando acaban de nacer. El aumento de estas moscas, numerosas como son, debe ser estorbado habitualmente por algunos medios, probablemente por otros insectos parásitos. De modo que si disminuyeran en el Paraguay ciertos pájaros insectívoros, aumentarian probablemente los insectos parásitos; esto disminuiria el número de esas moscas, el ganado y los caballos se harian silvestres, alterando ciertamente muchísimo la vegetacion, como á la verdad lo he observado en partes de la América del Sur: la vegetacion á su vez afectaria grandemente á los insectos, y éstos, como lo hemos visto ántes en Staffordshire, á los pájaros insectívoros, y asi sucesivamente en círculos de complejidad cada vez mayores. No es que en la naturaleza las relaciones hayan de ser nunca